jueves, 17 de diciembre de 2015

Diciembre.

Bajo la mirada al escuchar el crujir de la gruesa capa de nieve bajo mis botas. Apenas diviso las puntas de los pies porque la chaqueta, el gorro y la bufanda me impiden bajar más la cabeza sin morir asfixiada entre tela. El frío de la calle me congela la nariz pero se respira un aire puro y fresco que me encanta. Debe de haber unos quince centímetros de nieve en el suelo. Atravieso el jardín delantero y abro el cerrojo de la valla, aunque no sin cierta dificultad, esta congelado y los guantes hacen que mis dedos resbalen con el metal del pestillo.
Los nuevos vecinos han salido a jugar. Parece que el pequeño Thomas se lo está pasando en grande, aunque cuesta verle la cara. Esa chaqueta le viene muy grande y hace que, en comparación con el resto del cuerpo, sus manitas parezcan microscópicas, pero está para comérselo. ¿Cómo pueden crecer los niños a esa velocidad? Hace dos semanas apenas gateaba...
Su padre se ha tirado al suelo y está haciendo un ángel de nieve, imagino que para llamar su atención, pero es inútil, el crío ha decidido que es más divertido hundir el bracito en la nieve para comprobar si el suelo sigue ahí debajo. Ella está sentada a su lado, sujetando a su pequeño para que no pierda el equilibrio y se caiga de boca. Me encanta esa familia, pero falta él.
Entonces me doy cuenta de que lleva un rato asomado a la ventana de su cuarto. Y, cómo no, con la cámara de fotos en la mano. Suelo verlo sacando fotos a todo tipo de objetos y lugares, bueno, y a todo tipo de personas. Nunca entenderé porqué lo hace, de echo ni si quiera sé si es legal fotografiar a la gente sin pedir permiso, pero hasta ahora no se ha quejado nadie, y no seré yo la primera.
En más de una ocasión me he percatado de que esa cámara me estaba apuntando a mi, he visto de reojo como calibraba el objetivo, enfocando la imagen para captar a la perfección aquello que le hubiera llamado la atención. Y ahora vuelvo a ser el objetivo.
Mantengo la mirada fija en la ventana, quiero que sepa que soy consciente de lo que está haciendo. Entonces levanta la mirada por encima de la cámara y se cruzan sus ojos con los míos. No, no sé para qué quiere todas esas fotos pero no tiene pinta de pervertido, en clase es un chico de lo más normal, así que no pienso quejarme, además, creo que sólo es consciente de que existo cuando ve algo en mí digno de fotografiar, pero es mejor que nada.
-Hola, cielo. ¿Que tal está tu madre?
-Hola, Helena. Ya está mucho mejor, aunque sigue metida en la cama. En un par de días estará bien.
-Me alegro mucho. Luego me pasaré por tu casa para charlar un ratito con ella.
-Buena idea, seguro que le hace ilusión.
Veo que Thomas me mira y yo le saco la lengua. Esa alegría tan sincera hace que me ponga blandita, adoro a los niños. Me dispongo a despedirme cuando se abre la puerta y sale él. Está tan guapo como siempre, o más. Sonríe al verme y menea la cámara en un gesto que, a mi parecer, significa algo como "te he hecho unas cuantas, ¿vale?", así que le devuelvo la sonrisa y asiento como una idiota.
-David, ¿piensas soltar esa cámara algún día de tu vida?
-No, papá. Culpa tuya, si no me la hubieras regalado...
-Si no fueras tan plasta otro gallo cantaría.
-Deja al chico tranquilo, que para eso se la compramos.
Me siento totalmente fuera de lugar. Es una conversación familiar y yo estoy aquí plantada, embobada con lo guapo que es mi nuevo vecino y mi compañero de clase. Mejor me voy, no pinto nada aquí. Me despido y echo a andar. La música de mis cascos camufla cualquier sonido exterior, por lo que pego un brinco al notar una mano en la espalda.
-Perdona, no quería asustarte.
-Pues para no querer lo has hecho muy bien... -Quita esa estúpida sonrisa Hanna, por favor.
-Ya veo. Es que te estaba llamando pero no me escuchabas, deberías bajar el volumen de esa cosa, te vas a quedar sorda.
-¿Has venido corriendo para llamarme sorda?
-No, he venido para invitarte a comer. -¿DISCULPA? No es cierto, esto no está pasando- Mis padres se van con Thomas a ver a mis tíos, y no me apetece comer solo. ¿Te vienes?
"Por supuesto que si, si no me muero antes de un infarto, claro." No me lo puedo creer. Tengo que calmarme, solo somos amigos. Además, dudo que conozca a alguien más, no debería emocionarme. Me ha invitado porque, hasta ahora, yo soy su única amiga. No lleva ni una semana viviendo aquí, pero yo lo conozco desde hace un par de meses. Nos conocimos cuando vinieron a ver la casa y nuestros padres se hicieron muy amigos. Yo le he enseñado la ciudad, el instituto, todo. Pero tampoco quiero quitarme ese pequeño mérito porque, al fin y al cabo, me ha invitado a comer, ¿no?
Continúo mi camino y sus palabras aún rebotan en mi cabeza "Te veo a las dos en mi casa, no me falles. Ah, y hoy cocino yo, ya verás." Va a cocinar para mí. Va a cocinar... Eh, Hanna, vuelve a la vida real, ¿quieres? No es nada del otro mundo. Tengo que dejar de emocionarme que luego pasa lo que pasa, que la decepción es diez veces peor si tienes esperanzas.
A las dos estoy lista, me pongo el abrigo, cojo el bolso y salgo. Solo es cruzar la calle pero se me hace eterno. Cuando llego a la puerta escucho música en el interior y dudo de si será capaz de escuchar el timbre así que llamo un par de veces seguidas, por si acaso. Entonces la música deja de sonar, me pego más a la puerta y escucho pasos rápidos bajando la escalera que está justo delante de la puerta. Entonces me abre un David descalzo, sin camiseta y con el pelo empapado. Si esto no es un sueño, a mi me tienen que estar vacilando ¿dónde está la cámara oculta?
-¡Hola, Hanna! Pasa. Perdona, es que acabo de salir de la ducha. Voy a terminar de vestirme y bajo ¿vale?
Lo sigo con la mirada mientras sube la escalera, y cuando dobla la esquina permanezco inmóvil unos segundos, mirando el punto exacto en el que su mano ha rozado la pared. Que bien olía. Y que cuerpazo tiene... Bueno a ver, no es Channing Tatum, pero no necesita serlo. Es guapo, inteligente, amable y muy atractivo, ¿qué más se puede pedir? Decido ver la planta baja. A la derecha de la escalera hay un precioso salón lleno de fotos de Thomas y de otro niño que, por el parecido y la calidad de imagen, imagino que es David de pequeño. Al otro lado de la escalera hay un estrecho pasillo que tiene dos puertas, una es el baño y la otra es la cocina, que está unida a un enorme comedor. Nada más entrar me llega un olor delicioso, me pregunto si será la comida. No sé cómo sabrá, pero solo con olerlo se me abre el apetito, el cual me había dejado olvidado en la puerta al entrar, con los nervios se me cierra el estómago. Aún hay cajas desperdigadas por ahí, las mudanzas siempre son un jaleo. Vuelvo al salón para ver más detenidamente las fotos, y me paro a mirar una en concreto. En ella aparece David, con unos cuatro añitos, comiéndose un helado sentado en la playa. Tiene la cara y las manos completamente manchadas y sale muy sonriente. Está graciosísimo en esa foto.
-¿Te ríes de mi? -Dios mío, este chico me va a matar de un susto.
-Es una foto muy graciosa, estás monísimo.
-Era adorable... Los años pasan factura- A ti no, desde luego.
-Claro, abuelo. Está usted ya mayor y arrugado.
-A diferencia de ti, eso parece. Estás preciosa, Hanna -Me lo como. Juro por lo que sea que me lo como.
-Muchas gracias. Tú tampoco estás nada mal, David.
-Hanna...
-Dime.
-Creo que... Pues mira, que creo que voy a besarte.
-¡¿Cómo?!
-Que si, que te voy a besar.
No me da tiempo ni a pensar en lo que me ha dicho cuando ya estoy totalmente pegada a él. Con un brazo mantiene mi cintura adherida a su cuerpo y con el otro me sujeta el cuello, para que no pueda bajar la cabeza. Firme pero muy suave. Y nuestros labios mantienen una húmeda lucha, una lucha que no cesa, a ver quién besa mas fuerte, más profundo. Se mezclan nuestras lenguas, la saliva de los dos ahora es solo una. Y noto en mis párpados cerrados la luz intermitente que desprende el árbol de navidad. Es un momento mágico e increíble. Me encanta diciembre, pero más me gusta él.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Se me pasará.

Estos últimos días han sido totalmente desesperantes. De pronto la inmensidad del mundo se me ha venido encima y me ha superado hasta el punto de hacerme olvidar todo lo que soy y todo lo que valgo.
Cualquiera que lea esto puede pensar que sólo soy una cría que se limita a quejarse y que no sabe lo que son los problemas reales. Pero no es verdad. No soy una cría y mi vida no es fácil.
Desde que soy una enana vivo con cargas que más de una persona ha reconocido no ser capaz de soportar, y a pesar de ello siempre voy con una sonrisa, siempre afronto los problemas de la mejor manera y siempre intento quedarme con lo bueno, pero a veces necesitamos bajar la guardia y dejar que nos venza el miedo y el dolor. Siempre he dicho que no se puede saborear una victoria si no sabes lo que es una derrota, y considero que una persona gana cuando, tras perder cientos de veces, sigue luchando. Ganar sin más no es ganar, no podemos adjudicarnos un mérito que, directamente, no tiene mérito.
Pocas veces he ganado, pero las que lo he echo me han dejado muy buen sabor de boca.
He ganado con mi familia, con mis amigas, con mi forma de ver las cosas, con mi carácter, con todas las cosas que he conseguido por mi misma, con lo bueno que doy a quienes quieren recibirlo.
Pero estas dos ultimas semanas han sido una derrota, una de las gordas. Estas semanas he necesitado atención, y suena ridículo pero es cierto. He necesitado que se me hiciera caso, que alguien me abrazara fuerte y me dijera que los malos momentos se van tal cual llegan, que pasan. Necesitaba que me recordaran que no estaba sola y que yo también soy importante pero, como siempre, he permanecido en un segundo plano. He llorado por las noches en bajito para no molestar, me he despertado miles de veces cada madrugada, sobresaltada... Y al volver a dormir de nuevo tenía lágrimas en los ojos. Pero la vida sigue. Y aquí sigo yo, afrontando sola las cosas malas de la vida y celebrando del mismo modo las buenas. Y es que la distancia se hace dura en este tipo de situaciones. Necesito a mis amigas abrazándome y diciéndome lo importante que soy para ellas, porque yo adoro decírselo cuando lo necesitan, pero están muy lejos para hacerlo. Necesito a mi madre y que me diga sin cansarse lo orgullosa que está de mi aunque yo me sienta inútil y fracasada, pero tengo que conformarme con verla los pocos días que voy por allí.
No me arrepiento de haber cambiado el rumbo de mi vida de forma tan brusca, pero si de que ese cambio no incluya a todas las personas que me importan.
Porque eso es lo verdaderamente difícil de la vida, que los caminos se separan, que cada alma toma su rumbo y que, por desgracia, tiene que ser así.
Solo es un bajón, es algo normal, a todos nos pasa, así que no os preocupéis.
Se me pasará.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Adolescente, que no niñata.

La adolescencia está vista como una etapa absurda en la que no sabes lo que quieres, lo que no, lo que te gusta y lo que te deja de gustar. Una etapa de rebeldía, de contracorriente. Todo el mundo trata a los adolescentes como estúpidos niñatos que no tienen dos dedos de frente y que necesitan madurar, pero son esas mismas personas las que nos obligan a tomar las decisiones más importantes en esta etapa de la vida.
Se supone que los adolescentes somos aún seres inmaduros y bipolares, nos afecta todo diez veces más que al resto de personas, perdemos la concentración y la paciencia con facilidad y no sabemos apreciar las verdaderas cosas buenas de la vida, pero, a pesar de todo esto, tenemos que elegir nuestro futuro con conciencia y sabiduría, tenemos que afrontar los golpes de la vida como lecciones dolorosas, tragar con lo malo y seguir adelante como todos los demás. ¿No resulta todo muy contradictorio?
Si no soy lo suficientemente madura como para escuchar una conversación de mis padres y opinar sobre lo que sea que estén hablando, o para tener mi propio punto de vista y mis propios ideales, ¿por qué tengo que serlo a la hora de elegir mi destino rellenando una inscripción universitaria o una petición de plaza en algún grado superior?, ¿por qué tengo que saber qué decisiones son las correctas en cada momento?
Nadie nos toma en serio, pero si cometemos un error se nos echan encima. ¿No puedo permitirme fallar? Según lo que la gente opina de los adolescentes no tengo la capacidad de hacer todo bien, y mucho menos de saber valorarlo.
Pues bien, ¿sabéis una cosa? Somos capaces de valorar la auténtica de belleza, podemos tomar nuestras propias decisiones, podemos equivocarnos y levantarnos solitos, podemos tener nuestras propias ideas porque somos capaces de pensar, sabemos asimilar la información que nos ofrece el mundo a diario, almacenarla, elegir lo que nos gusta y lo que no, lo que creemos que es mejor. Si, lo que CREEMOS, porque todo el mundo CREE que su opinión es la mejor PARA SÍ MISMO. No nos creemos con el don de la verdad absoluta pero tenemos voz y voto, opinión, valores y derechos. No somos menos lógicos por ser adolescentes, aunque puede que si más efusivos. Si hablamos de religión, de política, o de cualquier tipo de tema en el que nuestra opinión resulte distinta a la de los adultos es porque es lo que nosotros pensamos y sentimos, no por llevar la contraria.
Así que quiero pedir que se nos respete el hablar si lo hacemos, al tomar decisiones equivocadas, al querer formar parte del mundo que nos rodea y al formar nuestra propia opinión sobre la vida.
Porque si buscas "adolescencia" en la RAE, no aparece la definición que la sociedad ha decidido dar a esa palabra, aparece algo tan simple como: "Periodo de la vida humana que sigue a la niñez y precede a la juventud".
Porque soy adolescente, y eso sólo significa una cosa: ADOLESCENTE, que no niñata.

Para ti, Olivia.

Cuando empecé a escribir en este blog jamás pensé que algún día podría tener más de mil visitas, y sé que la mayoría de ellas son de personas que llegan por casualidad, echan un ojo y, cuando ven que no es lo que buscaban, se van. Pero para mi es importante. 
El caso es que este sitio siempre ha sido un lugar donde poder ser yo misma y escribir lo que me diera la gana sin preguntas molestas de personas que no me entienden. Éste es mi pequeño mundo, pero el destino a querido que me encuentre con otro mundo muy parecido al mío. Me he dado cuenta de que no soy la única persona que piensa así, que hay más gente que tiene blogs para desahogarse sin que nadie les pregunte nada... Y tras leer unos cuantos post de ese pequeño rincón me he dado cuenta de que hay ocasiones en las que necesitamos pedir ayuda a gritos pero nos forzamos a silenciarnos. 
Recuerdo que una vez, hace ya un tiempo, no podía parar de llorar. Estaba sola en medio de la calle, aunque no alcanzo a recordar dónde exactamente. Pero si recuerdo mi soledad, y también recuerdo cómo aquel completo desconocido se acercó a mi, y tras unos minutos de conversación supo hacerme sentir bien, dio en el clavo mejor que nadie. En ese momento era lo que necesitaba, alguien de fuera que me ayudara a ver el mundo, alguien que no me recordara nada de mi vida, ni bueno ni malo. Y ahí me di cuenta de que hay momentos en los que un completo desconocido puede ayudar mucho más que cualquier persona cercana, por muy importante que ésta sea. 
Este es un mensaje para ti, para la dueña del nuevo rincón que he descubierto, si es que llegas a leerlo. Quiero decirte que no estás sola, ni en la realidad, ni en la nube. Quiero tender mi mano hacia ti y que sepas que, si lo necesitas, puedes agarrarla fuerte, al fin y al cabo soy una completa desconocida. Me suelen llamar "defensora de las causas perdidas" pero creo que no es apropiado. Yo no defiendo causas perdidas porque, para mi, no existen. Creo que todos merecemos la oportunidad de rendirnos en algún momento, al igual que merecemos un empujón para resurgir. Y eso es lo que yo intento hacer, ayudar a resurgir de las cenizas a un cuerpo y un alma que creen haber perdido por completo el rumbo de sus vidas, como el ave fénix. También opino que las lágrimas, ante todo, son curativas. Nos ayudan a relajarnos, a desahogarnos, hacen que liberemos tensiones. Y es que, por muy fuerte que sea el llanto y por muy jodidas que sean sus causas, cuando cesa deja una sensación diferente y, aunque ligeramente, nos sentimos mejor que antes. 
Así que eso es todo. Si quieres, podemos intentar resurgir. 
Tú decides.
:)

                                                                       PHOENIX

sábado, 5 de diciembre de 2015

Baja de la nube, gilipollas.

Vivimos en un mundo en el que existen diferentes tipos de personas. Yo no soy de llevarme mal con la gente, no me gustan los malos royos, pero hay personas que sobran en el mundo, que sobran mucho, y es que a mi alguien que cree que su culo es el centro del universo y cuyo ego rebosaría una piscina olímpica me viene dando mucho asquito.
Si alguno de vosotros es tan afortunado que no conoce a nadie con estas características quiero deciros que no intentéis conocer a nadie más, porque no vais a tardar nada en daros de bruces con alguien así, ¿cómo podemos llamarlos?, ¿gilipollas? si, eso les viene al pelo.
Bien, pues por desgracia yo me he topado con más un/a gilipollas. Y creedme que solo te dan ganas de hacerles mucha pupa, pero una tiene su respeto, su clase, no pienso perder los papeles por un soplapollas, ni por dos, ni por dos millones.
Hoy estoy cabreada con estas personas. No todo tiene que ser bonito o romántico, las personas también sentimos enfado y odio, y ¿por qué no expresarlo?, ¿acaso soy la única persona que siente esto? Por supuesto que no. Sé que a la gran mayoría nos molesta la gente así, de echo a ellos mismos les cabrean las personas que son así, egocéntricas y manipuladoras, pero en lugar de obviarlo intentan superarlo, intentan ser mejores para "dar una lección de lo que es bueno realmente". No sé vosotros, pero yo esto, aparte de ridículo, lo veo repugnante. Nadie es mejor que nadie, nadie vale más que nadie y, por supuesto, nadie tiene la verdad absoluta.
Pero esto no es lo peor, lo peor llega cuando, para intentar llamar la atención y que todo gire en torno a ellos, se inventan cosas absurdas que todo el mundo se cree. A mi me ha pasado esto en más de una ocasión, se han inventado cosas sobre mi para ser el centro de atención. Y sé que no debería darle importancia a esto, "no hay mayor desprecio que no hacer aprecio", y también sé que dándole vueltas al asunto es como ellos se crecen, se creen importantes, pero es que no puedo evitarlo.
Así que solamente añadiré una cosa más, cuando os pase esto, al igual que si me vuelve a pasar a mi, solo hacen falta cinco palabras para esa gentuza: "Baja de la nube, GILIPOLLAS".

La forma tan dulce que tienes de jugar con tu pelo.

Me adelanto al momento sabiendo que aprovecharé el tiempo, pues estaré observándote. Todos los días te encuentro, te veo y te escucho desde la invisibilidad de mi cuerpo, desde tu indiferencia, desde mi oculta presencia.
Y ahí estás tu, con tu pelo rizado y alocado, con tu chaqueta azul. Con la bondad de tu rostro y la labia que desprende tu postura, con tu dulzura y tu forma de caminar. 
Y de nuevo me encuentro sentada en el bus, a un metro de distancia, contigo pero sin ti. Y mientras que mis ojos se empapan de ti sin que tú lo percibas, me repito a mi misma que éste no es el camino apropiado, que no me ves, que no sirve de nada. "Apártalo, no es bueno para ti, eres invisible ¿recuerdas?", pero hago caso omiso a mi conciencia y continúo mirándote de reojo, adorando la forma tan dulce que tienes de jugar con tu pelo, olvidando por unos instantes a quien aún hoy me hace sufrir y dándome cuenta de que, poco a poco, voy sufriendo menos por aquél que no merece mi dolor, que nunca lo ha merecido. 
Escasos diez minutos y le doy al dichoso botón. "Parada solicitada" en rojo brillante, y cruzas tu mirada con la mía, pero es indiferente, mera curiosidad, creo. 
Me levanto, guardo el equilibrio y cuando el bus se para me bajo y comienzo a caminar. Arranca el motor del transporte y te busco detrás del cristal, ¿eso ha sido una mirada?, ¿me mirabas a mi? 
Qué más dará, sigo siendo transparente.
Y cuando el bus se aleja me saco de la cabeza lo guapo que es, vuelvo a la realidad y continúo mi camino. 
Qué bonito es soñar, ¿verdad?

jueves, 26 de noviembre de 2015

Por los buenos.

"Y es que no es el Rey quien gana la batalla, sino los soldados que luchan en ella".
Por los buenos.
He decidido brindar.
Hoy brindo por el pueblo.
Brindo por el carnicero, el policía, el camarero...
Brindo por esas personas que no necesitan dinero ni estatus para sentirse ricos y poderosos.
Por los que merecen la pena.
Por los que aman y los que abrazan la libertad de amar a quien les de la gana.
Brindo por el valiente que llora y por el cobarde que contiene las lágrimas.
Por el que lucha, por el que afronta.
Brindo por el que respeta sin compartir y por quien comparte.
Por quien da sin esperar recibimiento, por quien recibe y por el que devuelve.
Por cada sonrisa, hoy brindo.
Por la ilusión, las fuerzas, las ganas, la esperanza.
Brindo por ti y por mí.
Por el que quiere, por el que puede.
Por quien quiere sin poder y quien puede sin querer.
Por los que otorgan, por los que callan.
Por el silencio y por el ruido.
Hoy brindo por la música y por los músicos.
Por el canto y los cantantes.
Por el baile y los bailarines.
Brindo por quien canta y baila sin saber hacerlo.
Por las tonterías, las bromas y las carcajadas.
Hoy brindo por la paz y por la gloria.
He decidido brindar,
por la vida.
Brindo,
brindo por todo,
pero, por encima de todo,
brindo
por los buenos.

Un relato del más allá.

"Y lo poco que tuve fue suficiente. Porque mi ambición iba más allá de lo material, porque entre esas pequeñas cosas estabas tú, brindándome una sonrisa.
Hacías de mi gélido mundo algo cálido en tan solo un instante. Y ese fuego interno fue eterno, duró para siempre, jamás tuvo final... Como tú prefieras.
Me gustaba esa sonrisa porque era lo único que aportaba luz a la oscuridad de mi vida, y ahora que mi vida vuelve a ser oscura, extraño esa sonrisa.
Pero ya no siento frío a pesar de la tormenta, ni miedo aunque esté rodeada de la nada más vacía. Porque ya no pesan sobre mi la tristeza y el arrepentimiento, eso ya es cosa de otros.
Ahora hablo desde donde quiera que esté éste lugar apagado y tranquilo, ya no siento nada... Recuerdo todo aquello que antes me hacía sentir y ahora son solo eso, recuerdos.
Pido perdón por el dolor que he causado a mi alrededor, jamás pensé que podría importarle a tantas personas, no me gustan las lágrimas de otros en mi nombre.
Una vez escuché una frase, o tal vez la leí, aunque no recuerdo dónde ni cuándo, era algo como: "No debemos llorar por los muertos, sino por los vivos".
No más llantos, por favor. Desde aquí yo os sigo queriendo, os llevo conmigo.
Desde aquí,
y para siempre...
Estaré bien."

martes, 24 de noviembre de 2015

NOTA INFORMATIVA

Hace un tiempo empecé a escribir una historia. Publiqué varias entradas siendo cada una de estas algo así como un nuevo "capitulo".
Esta noche me huele a tormenta, ¿lo recordáis? Pues bien, esa historia desapareció del blog, lo sé, pero no desapareció por completo. Hubo un parón en mi vida, un cambio, y hoy vengo a decir que esta historia no tuvo fin, que sigue en proceso y que, aunque tarde, llegará.
Pienso terminarla, leerla y releerla para que todo esté en su sitio, como tiene que estar, y cuando éste proyecto termine haré lo imposible por publicarlo, solo pido tiempo.
Puede que a nadie le importe lo más mínimo esto que estoy diciendo pero yo os informo, por si acaso.

Aprende y jódete.

Resulta difícil darte cuenta de que hay cosas que se te escapan de las manos. Crees que controlar lo que sucede a tu alrededor es fácil, pero llega un momento en el que algo falla. Deja de creer que a ti eso no te va a pasar, que eres cauto, que tienes cuidado con lo que haces y con cómo lo haces y que, realmente, es casi imposible que a ti te fallen los planes. Baja de la nube, ya. A todos se nos joden momentos ya planeados. Esperas que algo pase por que te apetece que suceda o porque simplemente ya ha ocurrido anteriormente, pero, si no sucede lo que esperas, te defraudas. Eh, que el mundo gira, cambia, se renueva y envejece constantemente, y si tienes la más remota esperanza de que todo en la vida te va a salir bien, estás jodido. Hay que saber aceptar que las cosas se tuercen y hay que estar prevenidos. No puedes poner todas y cada una de tus esperanzas en algo porque, por mucho que lo desees, siempre existe la puta posibilidad de que algo salga mal y créeme, es una mierda  lo que se siente cuando algo tan deseado se desmorona por completo. Disfruta de los errores, aprende de ellos y, por supuesto, si es lo que toca, jódete, ya llegará lo bueno.

viernes, 20 de noviembre de 2015

HIPOCRESÍA.

He tardado unos días en hablar sobre este tema porque estaba buscando el mejor modo de hacerlo. Todos sabemos lo ocurrido en París el pasado 13 de noviembre. Decenas de personas inocentes murieron en manos de otras personas que decían hacerlo todo en honor y nombre de un dios. No pienso poner la palabra dios con "d" mayúscula porque denotaría "superioridad" y "privilegio", y bajo mi punto de vista, en estos días esa palabra no significa más que "terror" y "muerte". Tras esto, al igual que tras el ataque al Charlie Hebdo, el mundo entero se ha volcado con París, y ha mostrado su apoyo a las familias de los fallecidos. Yo también he mostrado mi apoyo hacia esas personas, yo también he usado el hashtag #TodosSomosParís, pero esto no significa que deje de ser hipócrita.
Si, cada comentario de apoyo, aunque sincero, es hipócrita. ¿Por qué? Porque ahora el mundo entero se está volcando con Francia, está mostrando sus condolencias y tendiéndole la mano a los afectados, y esto no sería hipócrita si se hiciera con todos los países y todas las personas que sufren esto en el mundo, porque no solo ha habido un atentado en París, porque hay lugares en los que tragedias como esta se viven a diario, se sufren, y se guarda silencio ante ellas.
¿Sabíais que desde el 2000 hasta 2014 el 80% de las muertes dadas por ataques terroristas se han dado en Siria, Nigeria, Pakistán, Irak y Afganistán? Lo sé, cómo ibas a saberlo si no ha salido por la puta televisión. Pues ya veis, estos países viven con el dolor de la muerte de forma casi constante y yo nunca he visto un hashtag en el ponga #PrayForAfganistán.
ESTO ES HIPOCRESÍA,
¿A santo de qué un país es más o menos importante que otro?, ¿Cuál es la balanza? Pedimos igualdad y respeto cuando vivimos en un mundo en el que se margina a los indefensos por el simple hecho de haber nacido en un país poco valorado. El mundo entero llora por París, yo lloro por París, pero ¿Quién llora por el resto?
Al igual que esto es hipócrita y desolador, también lo son otro tipo de comportamientos.
A todas esas personas que manifiestan lo mismo que estoy manifestando yo ahora mismo, a todas las personas que se muestran indignadas con la falta de igualdad y que dicen también eso de "¿Quién mira por Siria?" solo tengo que decirles una cosa: sois igual de hipócritas que el resto. ¿Por qué? sencillo: si no hubiera pasado nada en Francia, probablemente ni os acordaríais de la existencia de Siria, ni de ninguno de esos países en los que "terror" es sinónimo de "costumbre".
Hablo generalizando pero no hablo sobre un total. No todo el mundo es así, lo sé, pero sí una amplia mayoría, y eso, a parte de ser repugnante, es muy triste.


Día Universal del Niño

En el instituto tuve una profesora que estaba empeñada en hacernos aprender de memoria una poesía. Aún recuerdo algunos versos "Una sonrisa cuesta poco, pero vale mucho. Quien la da es feliz y quien la recibe la agradece...", "y nadie necesita tanto una sonrisa como quien se olvidó de sonreír", pero mi favorito es el último "Tenemos que ser mejores, más fuertes, más unidos. Antes de que sea demasiado tarde, sonríe". 
Yo me limité a aprendérmela de memoria para que la profe no me regañara si no me la sabía, y todos nos lo tomamos como una gracia, una poesía ñoña que una profesora insistía en repetir. Pero ahora, mirando atrás, me he dado cuenta del significado tan bonito que tiene dicha poesía, de la verdad que representa. 
No sé si seré la única, pero a mi me encanta que la gente sonría. Me gusta ir en metro, levantar la mirada y comprobar que la persona que se ha sentado delante me ofrece una sonrisa. Y del mismo modo, me encanta sonreír. 
Así que hoy he decidido sonreír mucho y por muchas razones. He dejado de lado todas esas cosas que dan vueltas en mi cabeza y hacen que se me pierda la alegría y que se apague el brillo de mis ojos. Me he levantado viendo en las noticias todo lo malo del mundo, ¿cómo vamos a ser felices así? 
No somos una unión. Nuestro mundo está fraccionado, es triste y apagado... Faltan sonrisas.
Hoy sonrío. 
Sonrío a las familias de todos los afectados en la catástrofe parisina, es una sonrisa cálida, una sonrisa de esperanza, y sonrío por todos los recuerdos, por lo bueno que esas personas aportaron a este mundo desgastado, es una sonrisa de agradecimiento. 
Sonrío por todos aquellos que sufren de algún modo. Y sonrío para decirles que, aunque la lucha sea dura, merecerá la pena. Que no cesen, que sigan adelante, la vida tiene más cosas bonitas de las que somos capaces de apreciar.
Hoy quiero sonreír por mi gente. Por lo bonito que me dan y lo bonito que intento otorgarles. 
Hoy sonrío a quienes sonríen, sin más.
Pero, sobretodo, sonrío por las miles y miles de sonrisas que nos regala la vida a diario. Sonrisas sinceras, esas que hacen que nuestro interior apagado se ilumine un poquito más. Y es que no hay nada, y repito NADA más bonito que la sonrisa de un niño. Esa bondad que desprenden, ese corazón puro y limpio, sin contaminantes, sin miedos, sin rencores, esa sinceridad que aportan. Esos pequeños ojitos brillantes, repletos de curiosidad, de esperanzas y de sueños. 
Por eso sonrío. 
Por ellos. 
Por todos y cada uno de los niños del mundo. 
Feliz día chicos, gracias por hacernos un poco más felices. 

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Happee Birthdaee

Qué poca ilusión me hace esto. No me gustan las celebraciones, ni los regalos, ni las felicitaciones, tanto de familiares como de toda esa gente que ha cruzado apenas dos palabras contigo pero se molesta en felicitarte y en recomendarte que lo pases chachi guay. Pues no me da la gana, fíjate. ¿Por qué tiene que ser un día genial?, yo no noto la diferencia de ayer a hoy, sinceramente.
No, definitivamente esto no me gusta, yo con una foto y una dedicatoria de mis amigas soy la más feliz del mundo, no necesito que una vez al año todo el mundo se moleste en hacerme saber de su existencia con una felicitación. Bueno, y lo mejor llega cuando hablas con un grupo de gente y a algún ser maravilloso se le ocurre cuchichear en tu cara y decirle a todo el mundo "es su cumple" o "acuérdate de felicitarla", y claro, todas esas personas que antes han hablado contigo y no te han dicho nada vuelven con cara de preocupación "ala tía, perdona que se me ha ido la cabeza, felicidades". Esta parte es graciosa, en verdad, porque yo también lo hago, y es que a nadie se le olvida tu cumpleaños, directamente nadie lo sabe, y el intento de disimulo siempre es cutre y absurdo.
Lo que me gusta de mi cumple son los detalles, la sonrisa de mi madre, las cuatro palabras ñoñas de mis amigas, esas gilipolleces son las que a mi me hacen feliz. Quedar con las de siempre para tomarnos una cerveza y hablar de la vida en cualquier bar, que canten a voces feliz cumpleaños solo para que todos esos desconocidos les sigan y te hagan sentir especial durante un momento porque, al fin y al cabo, no te conoce nadie... Eso si me gusta.
¿Sabéis cuál es el problema? Que yo soy de esas personas que hacen laaaargas felicitaciones a la gente a la que quieren, sólo porque sé que les voy a sacar una sonrisa, porque me curro mucho los regalos de la gente que me importa, y no me refiero a gastarme una millonada, sino que intento que una tontería de regalo se convierta en algo grande y simbólico.
No quiero quejarme de estas cosas porque, en realidad, son cosas buenas y es algo que, nos apetezca o no, las personas lo hacen para ser educados y simpáticos contigo, y yo lo agradezco, de verdad, pero eso no significa que me haga especial ilusión. Así que gracias por el intento y por las felicitaciones, pero no soy más importante que ayer, ni que mañana. Y por favor, si no te has acordado de que existo hasta hoy, y encima ha sido porque alguien te lo ha dicho, olvídalo, ni a ti ni a mi nos va a servir de nada que me felicites y me dediques la mejor de tus sonrisas.

jueves, 5 de noviembre de 2015

Insomnio con nombre y apellidos.

01:09 a.m. Otro día más. Pasa el tiempo y yo sigo tirada en la cama, esperando impaciente el momento en el que mi maldito cerebro decida apagarse y me deje dormir, pero no puedo engañarme a mi misma. Sé que ésta es otra de esas noches, y también sé lo que eso significa.
01:26 a.m. Los minutos pasan cada vez más despacio. Mi cerebro sigue igual de despierto y mis ojos permanecen abiertos. Tengo que dejar de darle tantas vueltas a las cosas, no es bueno para mi.
01:43 a.m. Lo sé, necesito dormir. Todas las personas necesitamos dormir, es importante, mejora el rendimiento, hace que tus sentidos puedan estar alerta durante el día y te ayuda a tener buenos reflejos mientras estas despierto...
02:12 a.m. A quién quiero engañar, es ahora cuando mis sentidos están alerta. Quiero aprender a no pensar las cosas tantas veces, cada vez que recuerdo su mano en mi cintura se me dispara el corazón, se acelera mi respiración y me pongo nerviosa, y claro... así no hay quien duerma.
02:37 a.m. Joder, es que esa sonrisa me quita el sueño... ÉL ME QUITA EL SUEÑO. Podría dibujar cada uno de sus rasgos a la perfección aún sin verle durante meses.
02:55 a.m. Recuerdo esa frase de un poeta daltónico: "Siempre escribo por las noches porque me sobra el tiempo que te guardo." M. M. Maribona, si no me equivoco.
03:11 a.m. Voy notando el sueño, ya no siento escalofríos al imaginarme tu sonrisa. Me obligo a mantener los ojos cerrados, a centrarme en otras cosas, pero siempre vuelves.
03:32 a.m. Es frustrante pensar que tú eres el culpable de mi insomnio, no mereces mi descanso porque no mereces la pena, y yo lo sé, pero me cuesta asimilarlo.
04:00 a.m. "Reconócelo, tu insomnio tiene nombre y apellidos, aunque éstos sean los más bonitos del mundo..." Maldita conciencia.
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jueves, 22 de octubre de 2015

Y en medio de la noche cerrada...

Y en medio de la noche cerrada, la luna iluminaba de forma tenue y frágil, pero era suficiente como para ser capaz de aguantarle la mirada. Sus ojos reflejaban la tristeza y el arrepentimiento pero, después de todo lo que había pasado, ella no podía rendirse ante la belleza de esos brillantes ojos verdes. Comenzó a molestarle el gesto, pues llevaba varios minutos sosteniendo ese ceño fruncido y soportando las ganas de estallar en llanto. Parpadeaba cautelosa, procurando mantener sujetas las lágrimas que, a cada segundo, se agolpaban más en sus ojos. Y él lo vio. Vio como poco a poco la desaprobación y la rabia de su rostro se tornaban en tristeza y agonía, vio como sus ojos, aquellos que él venía amando de hacía largo tiempo, se humedecían silenciosos... Y todo había sido culpa suya.
Se le partió el alma, el temblor en el que su cuerpo se había sumido aumentaba por momentos y reprimió el impulso, no podía abrazarla porque, probablemente, acabaría recibiendo golpes e insultos. Y es que en verdad no merecía menos. Entonces ella, que a pesar de la rabia sabía que el dolor que sentía era mutuo, respiró profundo, soltó el aire lentamente, el cual arrastró la impotencia y la fuerza que la había ayudado hasta ese momento, y entre lágrimas susurró "Me dueles porque te amo más de lo que nunca amaré a nadie."
Despacio, se acercó a ella consiguiendo así que bajara la cabeza. Observó cómo las lágrimas se deslizaban lentamente, dejando un húmedo rastro en su mejilla sonrosada. Alzó la mano y, al comprobar que ella no se apartaba, secó aquellas lágrimas de las que solo él era responsable, lágrimas que se le clavaban como cuchillos en el pecho impidiéndole respirar. "Lo siento tanto... pensar que estas así por mi me mata. Soy capaz de estropearlo todo con solo abrir la boca, pero recuerda que diga lo que diga y pase lo que pase jamás dejarás de ser la mejor parte de mi vida..."
Levantó la mirada, comprobando que tampoco él había conseguido reprimir las lágrimas e imitó sus movimientos, secando con suavidad sus perfectas facciones humedecidas por el ligero llanto. Hundió las manos en su pelo y, mientras él mantenía prisionera su cintura, volvió a susurrar con un notable temblor en la voz "no te alejes de mi", a lo que él contesto sin apenas aliento "nunca" y fundidos en un beso largo y cargado de miles de sentimientos pasaron a formar parte de un único ser en perfecta armonía con el resto del universo.

Jodida realidad.

Hoy ha sido uno de esos días en los que, tras llevar un tiempo feliz, disfrutando de las cosas buenas, la realidad decide darte una hostia, una bien fuerte, para que te quede claro que las cosas malas abundan en este planeta y que lo bueno, si breve, dos veces bueno... Pero en ocasiones es demasiado breve. Estoy acostumbrada a lo malo, a aprovechar cada rayo de luz en la tormenta como si fuera el mayor de los tesoros, pero el problema es que el cielo vuelve a oscurecerse y entonces te das cuenta de que la tormenta no ha desaparecido, solo ha cesado dándote esperanzas y dejándote ese sabor amargo que se te queda cuando rozas la victoria con la punta de los dedos.
Ahora solo quiero dormir, meterme en mi mundo y que dure eternamente. Necesito apagarme, desconectar, hacer desaparecer esta sensación de vacío e incomodidad.
Yo no soy así. Me gusta mirar al mundo con una sonrisa, llevo bien las malas noticias, y siempre estoy dispuesta a intentar aliviar el mal en los demás, pero ahora que la mayor parte de mi está tan lejos me siento totalmente desorientada. No se cómo reaccionar, no sé que tengo que hacer para estar bien. Estoy perdida, esa es la palabra exacta. Sé que soy capaz de encontrar mi rumbo yo solita pero joder, ¿por qué tengo que estar tan sola tan deprisa? Ha sido todo muy rápido y no me ha dado tiempo de atenerme a las consecuencias, no he podido prevenir y ahora, por idiota, me toca curar, y la herida es bastante profunda.
Necesito tener un apoyo cerca, porque ahora estoy cargando sola con un peso que antes me ayudaban a soportar, pero a este paso voy a tener que sacar fuerzas de flaqueza porque, si existe una mínima posibilidad de que ese apoyo llegue a existir, yo soy más que incapaz de encontrarla, y eso resulta frustrante y desolador.
No sé cual es la conclusión de todo esto exactamente, solo sé que es lo que hay y que no va a cambiar por muchas vueltas que le dé y por más lágrimas que derrame. Soy fuerte, pero, a veces un abrazo puede ayudar mucho más que cualquier palabra, y lo jodido es que yo no tengo a nadie para que me abrace fuerte, al menos no siempre que lo necesito.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Os necesito.

Últimamente mi vida esta cambiando demasiado. He pasado de vivir en un chalet de dos pisos con patio y piscina en un pueblecito turístico perdido de la mano de Dios, a vivir en un bajo con un pequeño jardín en una de las muchas urbanizaciones que hay en este pueblo, con la belleza de sus calles de cuento y la novedad de los enormes bloques de pisos. Ahora ya no tomo cafés en la preciosa plaza de mi pueblo, viendo la iglesia, el teatro y la torre del reloj, ni salgo por las tardes a sentarme en el puente del castillo o en la calle del Jardín de la Condesa. Ahora ya no llamo a los timbres sabiendo que al otro lado de la puerta mis amigas terminan de prepararse para salir, ni puedo saludar a alguien conocido a cada diez pasos. Ahora si quiero un café tengo que investigar los bares perdidos de este pueblo hasta encontrar uno que me guste para tomar algo tranquila. Ahora "salir a dar una vuelta" es sinónimo de "vete sola y descubre rincones nuevos". Ya no llamo a los timbres porque no sé quien hay detrás de la puerta, ni saludo por la calle con demasiado entusiasmo pues no conozco a nadie lo suficiente como para hacer algo así.
Antes tenía una rutina muy distinta, salía por la mañana, iba al instituto y volvía a casa. Por la tarde íbamos a tomar un café, a la biblioteca, hablábamos de todo y de nada... Ahora no puedo hablar en plural. Ahora me levanto, estudio, me encargo de cuidar bien de mi sobrina (ya que me pagan por ello) y lo poco que salgo es para ir a una academia a estudiar más aún.
No es que no me guste, me encanta este sitio, la casa es muy bonita y en verdad me gusta pasear sola y descubrir rincones nuevos, pero ¿de qué me sirve descubrirlos si no tengo con quien compartirlos?
Las verdades hay que reconocerlas, no tengo amigos aquí, y me está costando encontrarlos. Echo de menos a mis amigas, a esas que vivían pegadas a mi, con las que compartía casi cada momento del día, a esas con las que hablaba todo el rato sabiendo que a la mañana siguiente podría abrazarlas todo lo fuerte que quisiera. No nos damos cuenta de la importancia de las personas que nos rodean hasta que, de algún modo, dejan de rodearnos. Y ahora, lejos de ese entorno en el que estaba todo lo que amaba y todo lo que odiaba, me he dado cuenta de que, aunque aquí aún no odie nada, preferiría odiarlo todo y tenerlas a ellas.
Extraño muchas cosas: a mi madre, a mi hermano, a mi perro, mi habitación, mi casa, mi calle, mi pueblo, mis amigos y mis no tan amigos. Extraño el Ruedo, la Plaza Mayor, el Parador, la Cultur y a Manolo. Echo de menos el instituto, a Gregorio, a los críos chillones, a mis niños y mis niñas, a los buenos profesores, a mis compañeros... Pero, a pesar de todas las cosas que he dejado atrás, lo que más echo de menos son sus caras de sueño a las ocho y veinticinco de la mañana, los abrazos sorpresa cuando notaban que estabas mal, y los abrazos cuando las hacía reír. Echo de menos a las únicas personas con las que podía desahogarme en cada momento, con sus tonterías, sus manías y sus cabreos, pero también con sus sonrisas, su apoyo y todo lo bonito que dan. Y las extraño tanto porque, a pesar de la distancia, siguen siendo ellas quienes me animan a seguir y quienes me dan vida. Si, vida.
Siempre he sabido lo afortunada que soy al tenerlas. Me siento grande, no, me siento enorme, porque ellas hacen que me sienta así. Sé que es todo demasiado pasteloso y tal, pero ahora las tengo lejos, ahora que no me dan la mano a cada paso, caminar es mucho más difícil. Cada obstáculo es mucho más alto.
Tenía la necesidad de decir todo esto, de valorar todo lo que han hecho y todo lo que siguen haciendo por mi. Necesito agradecerles tanto que diga lo que diga no será suficiente...
Me hacéis mucha falta.
Creo que nunca me he parado a pensar en como soy realmente. Nunca he pensado en las cosas que me gustan, en las que no, en lo que quiero y en lo que jamás querré. Creo que ese es un buen principio para amueblar mi cabeza sin correr el peligro de que todo se derrumbe, y es que siempre he tenido más presente lo que son o lo que quieren los demás. Tengo la mala costumbre de involucrarme, de intentar atender a todo y a todos, y solo he conseguido dejarme a mi en un segundo plano. Intento abarcar tanto que se me escapa de las manos, quedándome al final con muy poco de todo, pero sin tener nada a lo que aferrarme fuerte para no perder el norte... Y aquí estoy, sin norte, sin futuro, sin destino. Mi vida va dando tumbos, y cuando creo haber encontrado un terreno firme sobre el que pisar, éste desaparece dejándome de nuevo perdida.
Me he dado cuenta de que, antes de buscar mi futuro, tengo que saber como soy a día de hoy, y es lo que estoy intentado.
Soy simpática, pero solo con quien quiero, eso si lo sé. También sé que puedo llegar a querer de forma casi obsesiva, y a preocuparme tanto como para ser en sí un comportamiento preocupante. Pero doy todo lo que tengo por los que quiero. Puedo partirme la cara con gigantes por lo que defiendo, por mis ideas, por la gente que quiero, pero a penas puedo espantar una mosca cuando se trata de volarme a mi misma. No tengo confianza en todo aquello de lo que sé que soy capaz, la verdad es que es un poco raro. Soy consciente de que puedo conseguir muchas cosas, pero a veces no confío en poder hacerlo... y me rindo. Si tuviera que escribir un manual de instrucciones sobre mí probablemente sería muy extenso y contradictorio.  
Odio las bebidas con gas, pero prefiero la fanta de naranja a cualquier otra. Amo el café de cualquier forma en la que se pueda beber. Sin embargo, si es café solo caliente, no soy capaz de darle un mínimo sorbo. Prefiero el Nesquik al Cola Cao. Odio la carne roja, pero adoro las hamburguesas. Me encanta el pescado. Adoro los dulces pero odio la crema y el cabello de ángel. Prefiero el Mc Donalds pero casi siempre voy al Burger King. Jamás llevo pendientes. Puedo ponerme una falda con una camisa y sentirme igual de bien que con deportivas y sudadera. Adoro el frío, mi época del año favorita es el otoño, sin duda. Me encanta la Navidad, y soy de las que prefieren regalar a que le regalen. Me siento mejor viendo las reacciones de las personas al abrir regalos que abriéndolos yo misma. Odio que me regalen ropa y odio que me toquen el pelo. Amo leer. escribir, escuchar música, cantar, bailar, actuar... Me gusta mucho la hostelería, todo lo relacionado con el clima y el medio ambiente, pero yo me veo trabajando en una editorial. Lo mejor de todo es que estoy en ciencias y me gustan más cosas de letras. Acostumbro a tomar malas decisiones pero intento quedarme con lo bueno. No me arrepiento de lo que hago, si no de lo que no hago, y si cometo un error acato las consecuencias. Odio compadecerme de mi misma pero lo hago demasiado a menudo, suelo olvidar que hay gente que está peor que yo y me siento realmente mal por eso. Sé afrontar momentos difíciles y cómo actuar en ellos pero cuando pasa lo malo me torturo pensando en qué podía haber pasado si no hubiera actuado con tanta rapidez, lo sé, es estúpido. Vivo en una friend zone constante. Siento que soy demasiado joven para mantener una relación seria pero a mi eso de "me lío contigo pero no somos nada" no me va ni un pelo. Odio a los machistas, a los homófobos, a los racistas, a los maltratadores, a los violadores, a los asesinos, a las personas que pretenden hacerte pensar como ellos piensan, a los radicales, a los extremistas... No creo en Dios, ni en la Iglesia, ni en la religión, ni en nada de eso, pero respeto a todos aquellos que si creen, respeto el cristianismo, el islam, el budismo y toda clase de creencias pero odio a la gente que usa su fe como escusa para hacer el mal. No me gustan las broncas, me gusta caer bien, pero que no me toquen las narices. Soy rencorosa y vengativa hasta hartarme y repetir pero solo en ocasiones muy puntuales. Intento mantener el control de todo y soy responsable. Me ubico fatal. Jamás he perdido el móvil, ni las llaves, pero si he perdido más de un monedero, y con bastante dinero dentro. Soy despistada con las cosas que no me interesan desde un principio y soy incapaz de aprenderme fechas de cumpleaños, me cuesta muchísimo. Puedo recordar caras después de meses sin verlas, y nombres y apellidos aunque esté años sin oírlos. Si tienes que repetirme cualquier cosa más de tres veces deja de intentarlo, jamás lo recordaré. Puedo estar horas, e incluso días sin tocar el móvil, pero a quien me quite el ordenador le corto las manos. No puedo obligarme a escribir, si escribo es porque me sale y cuando me sale. Acostumbro a dar consejos a otros y no saber aplicarme el cuento. Puedo ser mas falsa que un billete de treinta euros si quiero, pero no me gusta nada ese comportamiento, de echo odio a la gente falsa. No hay nadie que me caiga peor que una persona que cree que el universo gira a su alrededor y odio a aquellos que solo saben quererse a sí mismos. No me gusta que me vacilen, ni un poco. Sé reírme de mi misma pero no hay porqué pasarse. No me gusta que se exageren las cosas que hago o digo. Me frustra muchísimo que no me escuchen o que me corten cuando estoy hablando, si no quieres escuchar te vas, pero no interrumpas. Odio que me levanten la voz y que se metan en mi vida o comenten acerca de ella sin tener ni idea. No me gustan los cuchicheos ni los secretitos, son de críos. Intento caer bien, pero si desde el principio no me gustas no me interesa ni tu nombre. Odio las preferencias dentro de un grupo de iguales. Soy de esas personas que le echan el ojo al trozo mas grande y apetecible de toda la pizza pero todo aquel idiota que empiece con gilipolleces del tipo "este trozo es mio" o "ese lo quería yo" me cae mal. Me encanta estar sola, disfruto muchísimo de la soledad, pero no podría vivir sin gente a mi alrededor.
Hay muchas cosas de mi que no me gustan, físicamente atraigo lo mismo que un pedrusco pero me gusta mi personalidad. Soy la frase "por lo menos es maja" personificada, pero en realidad me da igual. Creo que podría continuar durante horas. Cada persona es un mundo, con sus características, sus gustos, sus ideas... Al fin y al cabo todos podemos describirnos pero no acabaríamos nunca, y a pesar de haber explicado una gran parte de mi, haberme aclarado bastante sobre lo que soy y lo que no, sigo estando perdida. Solo espero que algún día, todas esas cosas que aún no tengo claras, dejen de ser preguntas sin respuesta. Hasta entonces espero tener suerte en mi camino y ser capaz de levantarme en cada caída. 

viernes, 3 de julio de 2015

Se aprende de lo que vino.

El otro día estuve pensando en el futuro, en lo que puede deparar la vida sin tu darte cuenta, y creí que este era un buen tema sobre el que escribir. Hace tiempo que no escribo acerca de mis pensamientos, de lo que siento, y era hora de ponerse a ello, de dejar volar lo que llevo dentro, todo aquello que me hace ser yo misma.
Escribir es algo a lo que hay que dedicar tiempo y creo que eso es lo que a mí me ha hecho falta, encontrar tiempo. Ahora que lo tengo he comprobado que no hay mejor reflexión que reflexionar, que pensar. Y es eso, pensar, lo que me ha llevado a esto.
Estuve recordando todo aquello pasado, bueno o malo. Aquello que ahora es pasado, en su día fue presente y, sin que yo me diera cuenta, sería mi futuro. Y ahora pienso en lo que viene, ese futuro que será presente y que, tras unos segundos, también será pasado. Ansiar un futuro es, bajo mi punto de vista, el mayor error del ser humano, pero, al mismo tiempo, es aquello por lo que luchamos lo que nos hace seguir adelante.
Por suerte o por desgracia estamos acostumbrados a no fijarnos en lo que tenemos, en lo que somos, nos fijamos en lo que queremos tener y en lo que queremos ser. Así, de manera inconsciente, despreciamos el presente y, en consecuencia también el pasado, pues no habría futuro sin pasado ni presente.
Ahora lo veo. Ahora veo todo el daño que hace no tener en cuenta lo vivido. Es impresionante la facilidad con la que cambia el sentido de una frase simplemente conjugando un verbo. Porque no es lo mismo "he sido" que "seré", ni "he vivido" que "viviré", lo que hace que me de cuenta de que, verdaderamente, vale más lo malo por conocido que lo bueno por conocer, porque no se aprende de lo que viene, se aprende de lo que vino, y de lo que viene, tarde o temprano, se aprenderá.
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