jueves, 22 de octubre de 2015

Y en medio de la noche cerrada...

Y en medio de la noche cerrada, la luna iluminaba de forma tenue y frágil, pero era suficiente como para ser capaz de aguantarle la mirada. Sus ojos reflejaban la tristeza y el arrepentimiento pero, después de todo lo que había pasado, ella no podía rendirse ante la belleza de esos brillantes ojos verdes. Comenzó a molestarle el gesto, pues llevaba varios minutos sosteniendo ese ceño fruncido y soportando las ganas de estallar en llanto. Parpadeaba cautelosa, procurando mantener sujetas las lágrimas que, a cada segundo, se agolpaban más en sus ojos. Y él lo vio. Vio como poco a poco la desaprobación y la rabia de su rostro se tornaban en tristeza y agonía, vio como sus ojos, aquellos que él venía amando de hacía largo tiempo, se humedecían silenciosos... Y todo había sido culpa suya.
Se le partió el alma, el temblor en el que su cuerpo se había sumido aumentaba por momentos y reprimió el impulso, no podía abrazarla porque, probablemente, acabaría recibiendo golpes e insultos. Y es que en verdad no merecía menos. Entonces ella, que a pesar de la rabia sabía que el dolor que sentía era mutuo, respiró profundo, soltó el aire lentamente, el cual arrastró la impotencia y la fuerza que la había ayudado hasta ese momento, y entre lágrimas susurró "Me dueles porque te amo más de lo que nunca amaré a nadie."
Despacio, se acercó a ella consiguiendo así que bajara la cabeza. Observó cómo las lágrimas se deslizaban lentamente, dejando un húmedo rastro en su mejilla sonrosada. Alzó la mano y, al comprobar que ella no se apartaba, secó aquellas lágrimas de las que solo él era responsable, lágrimas que se le clavaban como cuchillos en el pecho impidiéndole respirar. "Lo siento tanto... pensar que estas así por mi me mata. Soy capaz de estropearlo todo con solo abrir la boca, pero recuerda que diga lo que diga y pase lo que pase jamás dejarás de ser la mejor parte de mi vida..."
Levantó la mirada, comprobando que tampoco él había conseguido reprimir las lágrimas e imitó sus movimientos, secando con suavidad sus perfectas facciones humedecidas por el ligero llanto. Hundió las manos en su pelo y, mientras él mantenía prisionera su cintura, volvió a susurrar con un notable temblor en la voz "no te alejes de mi", a lo que él contesto sin apenas aliento "nunca" y fundidos en un beso largo y cargado de miles de sentimientos pasaron a formar parte de un único ser en perfecta armonía con el resto del universo.

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