miércoles, 29 de noviembre de 2017

Lucha

Brota del alma una esperanza dormida, como del pasto brotan las flores. Recupera su fuerza un sueño abatido como el fénix renace de sus cenizas. Y en las sombras de los miedos yace la ilusión y las ganas, y luchan contra la oscuridad que intenta apoderarse de los cuerpos frágiles e inestables. Y las vidas se aferran al ansia de más, y nadan hacia la orilla de todo aquello que quieren ser, dejando atrás un océano de dudas y porqués.

sábado, 18 de noviembre de 2017

Aquella historia, mi historia.

Es aquella historia que nunca conté, la misma que hoy perturba mis sueños. Es ese matiz imperfecto de los diamantes pulidos el que ahora me araña la piel. Y el cielo anaranjado deja paso a luna de lobos. Y las nubes tétricas hoy inspiran ganas de más. Y la noche se cierra y aquella historia que no conté regresa a casa, y duerme conmigo. El calor de su compañía es agradable, al principio. Después agobia, asfixia, pero sigo respirando. Me arden los pulmones pero no duele, más bien todo lo contrario. No es odio, no es rabia. Son ganas, es impulso.
Y el sol me da los buenos días y mi vieja compañera madruga de mi mano, me acompaña camuflada entre las sombras de mis pasos. Voy dejando el miedo oculto en las esquinas y me agarro a la alegría del despertar una mañana cualquiera. Y en el puño llevo prietos los secretos que son míos y de nadie más, todos esos detalles entre líneas que no se perciben desde ningunos ojos que no sean los míos. Y en el anillo, camuflado, el diamante mal pulido, que me araña la piel y me recuerda que estoy viva. Y enganchado al alma llevo el atardecer, y el rosado de las nubes cuando el horizonte se alza para apagarnos la luz.
Es la oscuridad de una noche sin estrellas, y es entonces cuando la historia regresa conmigo, me da la mano. Y continúo caminando por esa calle solitaria con la noche cerrada sobre mí. Y mantengo los puños prietos y el cuerpo alerta. Y disfruto del paseo. Y soy feliz.
Vieja amiga, tú eres yo, todo aquello que soy y lo que seré. El secreto que guardo bajo llave, la clave para ser yo y nadie más.
Y vuelves en la noche.
Y duermes conmigo.

jueves, 19 de octubre de 2017

Yo era de piedra.

Aún recuerdo la sensación de vacío en el pecho, el hueco que existía en mi interior y que era incapaz de cubrir. Yo era de piedra, nadie podría hacerme daño nunca más. Y al principio estaba orgullosa, pero después... Después, ese vacío cada vez se hacía más pesado, mi alma estaba en sequía y no había océano que calmara su sed. Entonces, el orgullo se convirtió en espera, en angustia, en miedo. Temía no encontrar ese algo que hiciera que mi ser volviera a completarse. Perdí la capacidad de sentir y me torné impasible, inexpugnable.
El cielo que cubría mis días no era gris, no era triste, pero sí apagado, vacío, inmóvil. 
Hasta que, un día, poco a poco, los rayos de luz entraban por mi ventana, y mi alma se sonrojaba y sonreía. Y mi piel volvió a erizarse con el tacto de unas manos, y mis ojos desprendían ilusión y vitalidad. 
Aquel vacío se llenó sin darme cuenta, no pude percibirlo, pero así ocurrió. Y salí de esa inexistencia en la que mi alma se había encerrado con candado para volver a caminar con los pies descalzos sobre el pasto, para volver a sentir vértigo en los columpios, y para volver a apreciar el canto de los mirlos. 
Y fue entonces cuando supe que nada dura para siempre, que yo seguía siendo humana y que había descubierto por fin la primavera.
Ahora respiro con fuerza, llenando mis pulmones de sueños, de sensaciones, de ganas. Y ahora también dejo que mi piel se erice con ese tacto de terciopelo, y disfruto los escalofríos cuando el viento me sopla en el cuello. Y abrazo con fuerza a los rayos de sol que deshicieron el hielo que me envolvía. Y dedico mis besos a esa fuerza que rompió el candado que encerraba mi alma, esa misma fuerza que me abraza también a mi y que, cada día, me susurra un"te quiero" bajito, al oído. 

lunes, 2 de octubre de 2017

Dentro del invierno.

Recuerdo el sonido del viento moviendo las hojas de aquellos árboles que, ahora, están caídos. Recuerdo el susurro del silencio en medio de esa nada en la que todo perdía y recobraba su sentido, y recuerdo la fuerza del suspiro de un alma caduca que lucha por seguir aferrada a ese momento, a esa historia, a esa vida. Y ahora los bosques están vacíos, las hojas cubren el suelo. El manto verde de esas pequeñas y sutiles guerreras que luchan en contra del invierno inspira fuerza. Y frío.
Y los huesos son de hielo, y la piel no es piel, sino escarcha.
Pero el tiempo pasa y el sol despierta de su descanso. Y la nieve se convierte en lágrimas, que brotan por la pérdida de la vida y la cruel espera hasta el próximo diciembre. Y el verde es más fuerte, y las hojas vuelven a su ser, poderosas y aferradas de nuevo al mundo que las ve crecer.

lunes, 1 de mayo de 2017

Era yo

Hace mucho tiempo que no escribo nada. Y cuando digo mucho, es mucho.
Estaba viendo la tele con mi madre, un programa que se llama "Amores que duelen", y, de pronto, la voz de una pequeña niña ha retumbado por cada rincón de mis recuerdos. Esa niña pedía ayuda. Esa niña... Era yo.
Me he dado cuenta de que, si ahora sé reír es porque pude dejar de llorar, que si ahora sé quererme y valorarme es porque por fin tengo la oportunidad de hacerlo.
Ha pasado más de un año y recuerdo cada detalle como si hubiera sido ayer, pero lo que siento por dentro está a años de distancia de lo que sentía antes.
A medida que voy escribiendo esto, tengo la sensación de estar haciendo algo que no debería hacer, que es malo, que no tengo derecho a hacer esto y que el mundo no tiene que saber nada porque no está bien que lo sepan. Pero no es verdad.
Sigo soñando con ello, y la sensación horrible de esos sueños me demuestra que no estaba loca, que realmente vivía con esa sensación dentro. Hasta que desapareció.
En este momento siento que soy la peor persona del mundo, y es que verdaderamente mis palabras son crueles y dolorosas, pero de eso solo soy consciente yo. Sé que la gran mayoría no encontraréis el más mínimo sentido aquí pero, por primera vez en mucho tiempo, estoy siendo capaz de reconocer todo lo que llevo dentro, todo lo que he intentado mantener en silencio.
He vuelto a llorar, y, por un momento, he vuelto a sentir lo que sentía. No recordaba que fuera tan difícil.
Es increíble la sensación de paz que ahora habita en mi interior. Ahora puedo coger aire profundamente sin sentir aquel tremendo pinchazo en el pecho.
Soy consciente de que cada uno interpretará mis palabras de una manera, pero debo advertiros de que no hay interpretación certera, no sabréis de lo que estoy hablando aquí a menos que os lo haya contado yo personalmente, quiero que esto quede claro.
No sé cómo acabar este texto, no sé qué final dejar aquí. Solo puedo decir que todo pasa, y que, de una forma u otra, todo lo malo se acaba.

domingo, 8 de enero de 2017

Aprovéchalo y lucha.

Aprovéchalo. Absorbe cada momento de tu vida con la intensidad suficiente para que el aroma de la felicidad quede impregnado en tus recuerdos. Respira la pureza de esas carcajadas con tus amigos, del dolor de tripa y el ardor en las mejillas, de todas esas conversaciones que tienes con tu madre o tu abuela, esas que dejan buen sabor de boca y sensación de paz en el corazón.
Nútrete de las buenas palabras, de las buenas sensaciones, haz que lo que te mantenga con vida sea el mismo espíritu de seguir viviendo, las ganas incontrolables de comerte el mundo, de hacer locuras.
Vivimos en un mundo en el que, todo lo que se quiere, cuesta conseguirlo; en el que la gente está acostumbrada a dejar sus sueños e ilusiones en el fondo del olvido y se ciñen a la falsa realidad de que "el futuro es difícil" y de que "de los sueños no se vive". Pero es triste.
Mantened todos la esperanza y no dejéis que este mundo contaminado de desilusión e hipocresía acabe con vosotros. Luchad por lo que queráis conseguir porque es así como se consiguen las cosas, luchando.
Los imposibles son imposibles porque nosotros decidimos abandonar en el intento, pero el que la sigue la consigue. Todo puede ser si eres capaz de imaginarlo, solo hay que saber cómo llevarlo a cabo.
Puedes conseguir todo aquello que te propongas, pero únicamente si no abandonas. El camino puede ser muy duro, pero la meta existe si, realmente, quieres que así sea.

jueves, 5 de enero de 2017

Que siga girando.

Me gusta que el mundo nunca deje de girar, de sorprenderme. Cada día que pasa me voy dando más cuenta de que vivimos en un lugar en el que todo a nuestro alrededor cambia constantemente, la gente que nos rodea crece, experimenta y vive, moldeando así su forma de ser y adaptándose a cada momento. Las cosas cambian de sitio, añadimos cosas nuevas y vamos tirando aquello que ya no es útil o que está demasiado anticuado. Pero no nos damos cuenta de lo mal acostumbradas que estamos las personas. Queremos que el mundo siga girando, siga avanzando, pero no queremos salir de ese maravilloso halo de seguridad que nos rodea. Intentamos tener una vida rutinaria y alegre en un lugar cambiante e inestable, y lo peor es que no sabemos valorar esos cambios maravillosos. 
Hace poco comprendí que lo bueno de la vida es aprender a apreciar lo que se nos regala cada día, esos momentos pasajeros que no se repiten pero que nos marcan. Y no se repiten porque, por suerte, el mundo sigue girando.
No quiero que esto cambie nunca. No quiero que la vida se convierta en algo monótono y aburrido, en algo sencillo. Me gustan las dificultades porque me gusta enfrentarme a ellas y no quiero dejar de hacerlo. Creo que es por todas esas complicaciones y esas decisiones por lo que las personas nos vamos convirtiendo en lo que somos, y estoy agradecida de ser como soy. 
Quiero seguir teniendo que enfrentarme a situaciones dolorosas y complicadas, y quiero seguir luchando por salir de ellas, porque al final es eso lo que le da sentido a la vida, la capacidad de las personas de superar aquello que cueste esfuerzo.
Me he acostumbrado a mirar el lado bueno de las cosas y, como dice uno de mis cantantes favoritos: "El color del traje que visten los días, lo elige siempre la pena si no buscas la alegría." 
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