sábado, 19 de noviembre de 2016

Le declaro la guerra al mundo, que comience la batalla.

Viendo lo visto, el mundo se va a la mierda. La gente "importante" toma decisiones en nombre del pueblo creyéndose que la suya es la mejor solución, pero sin tener ni puta idea de lo que la gente de a pie quiere o necesita. Se piensan que con dejarnos expresar nuestra opinión en las elecciones es suficiente, que no tenemos nada importante que decir, que ellos saben lo que hacen y lo que queremos. Permitidme que me ría. Somos las marionetas que el Estado y la sociedad mueven a su antojo y, al que se revela, se le cortan los hilos.
Debo reconocer que, por desgracia, hoy en día sigue poblando el mundo una mayoría inmensa de personas con pensamientos clásicos del siglo XV, y que por esta razón, las decisiones que son tomadas por el pueblo suelen ser bastante catastróficas. 
Aún no soy capaz de comprender que, a estas alturas y con los avances que hemos vivido en estos últimos años, queden personas en el mundo con ideas machistas, homófobas, xenófobas, racistas... 
Y lo peor no es que queden personas así, lo peor es que se está demostrando que son muchos más de los que pensábamos. El mundo de hoy está en manos de personas que menosprecian a otros por su color de piel o su condición sexual. Personas que se creen superiores al resto por ser un "claro ejemplo" del "modelo socialmente aceptado". 
Siento las palabras, pero esa gentuza me da asco. 
Quiero vivir en un lugar en el que por fin nos demos cuenta de que lo importante es quererse, sin importar nada que no sea el corazón de la gente. Un mundo en el que esté bien expresar el amor de forma libre, sin que resulte extraño que se haga. 
Por desgracia, me temo que queda mucho tiempo para que la Tierra se convierta en ese maravilloso lugar, así que mientras tanto pienso declararle la guerra a todas esas cosas, a la sociedad, a la "perfección" tal cual se entiende hoy en día. Le declaro la guerra a esas personas que no sepan aceptar las diferencias, a esa gente estúpida incapaz de ver la belleza del amor, a esos que no saben ver que la libertad y el respeto forman parte del ser humano.
Le declaro la guerra al mundo, que comience la batalla.

lunes, 3 de octubre de 2016

Quiérete, pero en la medida justa.

Recuerdo aquellos momentos en los que el único consuelo que hallaba mi corazón malherido era escribir largo y tendido a un amor que jamás fue correspondido. Un amor doloroso, un amor eterno que nunca dejará de ser amor, pero sí dejará de ser doloroso... De hecho, ya no lo es, ya no duele.
Ahora vienen a mi cabeza todos aquellos silencios pensativos, todos aquellos llantos compartidos y otros tantos que guardé para mí. Almohada, mi fiel compañera, creadora de sueños, cómplice de agonías, y captadora de consuelos.
Aún puedo sentir el ardor de mis mejillas y el escozor en los ojos y, si me concentro mucho, recuerdo el dolor. Recuerdo las punzadas en el pecho, la rabia, el odio, la pena. Y recordando me doy cuenta de que estuve a punto de volverme loca, si es que no lo estaba ya. La tortura silenciosa que causan los sentimientos incomprendidos resulta mucho peor que cualquier golpe.
Pero todo cesa. Dejé de compadecerme de mi desgracia para empezar a valorar todo eso que tiré por la borda en alta mar. Regresé al lugar exacto donde perdí lo bueno que tenía mi vida y me esforcé día y noche por recuperarlo. Me costó tanto... Tardé tanto en volver a caminar que aún no sé de dónde saqué las fuerzas, pero lo hice. Cuatro largos años buscando y encontrando, poco a poco, pedazos de mi felicidad, la misma felicidad que me arrancaron de cuajo y que destrozaron con una simple sonrisa. Y pensándolo fríamente ya no sé si fueron cuatro años, o tres, o cinco...
Ahora miro atrás y me doy cuenta de que nada vale más que el amor propio, y que éste es importante a la par que peligroso, pues en exceso es molesto y absurdo, pero si escasea es necesario. Creo que es una de las lecciones más importantes que he aprendido en la vida: "La felicidad empieza por quererse a uno mismo, siempre y cuando sea en la medida justa."
Quiérete lo suficiente como para valorarte en los momentos necesarios, para no dejar que nada ni nadie te dañe si no lo mereces, pero no llegues a quererte tanto como para que se te olvide lo que es querer a los demás.
Y es que el dolor es causado por personas que se quieren demasiado, y quienes sufren son aquellos que se quieren demasiado poco.

martes, 23 de agosto de 2016

Subí el escalón.

Me duele recordar la ignorancia de un pasado que, por una u otra razón, no es tan lejano. Recuerdo la inmadurez, la facilidad para despreciar todo aquello que no me gustaba a simple vista, que no me convencía por la portada. Ahora he comprendido que la vida es más bonita cuando buscas en los rincones de los sueños y las esperanzas, cuando te esfuerzas en ver la belleza de aquello que creemos simple y absurdo. 
Recuerdo la inseguridad y el miedo que sentía por lo que me rodeaba, y lo peor es que también lo sentía por mi misma. No supe valorar lo que yo realmente valía. Ahora lo sé. 
He descubierto que en el camino  no solo hay obstáculos, también hay decisiones, hay recuerdos, hay detalles que marcan la diferencia. He comprendido que en mi camino había un gran parón, un giro, un enorme escalón tras el cual se hallaba aquello que yo andaba buscando. Encontré la seguridad que necesitaba para quererme, vi todas esas cosas que me estaba perdiendo por no apreciar cada pieza del puzle y, sobre todo, por no apreciarme a mi. 
Comprendí que el motivo de mis miedos e inseguridades era yo misma y decidí que era hora de cambiar las cosas, que nadie me haría sentir inferior si yo abría los ojos y me daba cuenta de una vez por todas de que no lo era. 
Todos tenemos algo dentro que nos hace diferentes y especiales, pero es imposible que lo vean los demás si no somos capaces de verlo nosotros. 
Yo aprendí a verlo, y espero que os pase a vosotros también.

viernes, 19 de agosto de 2016

He vuelto.

Últimamente mi vida ha sido una sucesión continua de acontecimientos diferentes, de sensaciones, emociones y vivencias que nunca antes había experimentado. He perdido a alguien demasiado cercano y a pesar de todo he salido a flote. De una forma u otra he conseguido aprobar mis exámenes a tiempo y, contra todo pronóstico. seré universitaria en un par de semanas. Ha sido todo muy difícil, he tenido lejos a gente a la que he necesitado realmente cerca, pero estaban ahí. Podemos decir que han sido unos meses "moviditos" y no solo por las malas experiencias, sino también por las buenas. Ha llegado a mi vida gente que sé que no se irá, he reído y he llorado, y ahora que lo pienso... He vivido, sin más.
Me estanqué un tiempo. Me alejé de mis pasiones, de mis sueños, y me dejé llevar por lo que fuera que el destino tuviera preparado para mi, y ahora he comprendido que sí, el destino existe, pero el camino hacia él lo crean mis propios pasos, mis propias decisiones, y por eso he vuelto. Perder las riendas de la vida no siempre es una mala señal, a veces solo es un empujón para volver a aferrarte a ellas, para saber valorar lo que se tiene y no dejarlo ir.
Ahora quiero seguir con lo que venga, pero quiero afrontarlo por mi misma y aprender cada día de todas las cosas buenas que parecen escondidas pero que siempre están ahí.
No puedo prometer que no os defraudaré porque no sé que será lo que me espera, pero si puedo asegurar que, sea como sea, aprenderé de ello e intentaré encontrar la forma de continuar.
Espero estar aquí durante mucho más tiempo, con parones o sin ellos.

viernes, 8 de abril de 2016

Ya no me cuesta.

Aún sigo recordando tus palabras vacías y tus abrazos que una vez creí cálidos pero que, con el tiempo, descubrí fríos e inertes. Lo recuerdo y aún escuece, pero ya no duele, no molesta.
Poco a poco he logrado conseguir que la herida de tu existencia en mi alma dejara de sangrar y cicatrizara. Me ha costado tanto que se me salen las lágrimas al recordarlo. Me has dolido más que mil tormentas de verano, más que mil árboles caídos. Me dolía tu presencia, tu existencia. Me dolías tú.
Pero he sido capaz de continuar, de superar, de pasar una página del libro que creí fosilizada, pero no lo estaba... Nada dura para siempre, los sentimientos van y vienen, como el viento, como el sol y la luna.
Me enamoré de una imagen idílica de un "tú" que no existía, un "tú" que mostrabas con soltura a pesar de ser una gran mentira. Y ahora veo que estaba confundida. Creí que valías, que merecías la pena, que eras verdadero y puro, transparente. Pero tu interior es turbio, es falso y es vacío. El hueco interno que queda en tu alma causado por la falta de sentimientos hace que el eco de mis gritos pasados rebote por las paredes, como una pelota en una habitación vacía. Una pelota que, tras años rebotando, se ha pinchado, y ahora ya no rebota, ahora ya no está, y cuántas ganas tenía de que eso pasara.
Aún hoy sigo viéndote si cierro los ojos, sigo pensándote antes de irme a dormir, y sigo queriéndote, pero no de la misma forma. Y sé que tal vez sea la distancia, y que es posible que me esté engañando a mi misma pero, ¿sabes qué? Que si es así, no quiero dejar de hacerlo, porque por primera vez en mucho tiempo, recordarte no me hace llorar, no me hace sufrir.
Por primera vez en mucho tiempo, recordarte ya no me cuesta.
Ya no me cuesta.
                                                                   
                                                                                                                     

lunes, 4 de abril de 2016

Tú me hiciste el gesto, y yo...

Te cruzaste en mi camino. Tu mirada buscaba la mía y yo decidí no oponer resistencia, seguirte la corriente. Y lo sentí, lo sentimos los dos, pude verlo en tus ojos.
Siempre consideré que la música era algo mágico, algo que surgía no solo de las canciones, si no de los gestos, de los momentos, de las sensaciones. Somos capaces de hacer música con emociones de igual manera que lo hacemos con un piano, pero no es auditivo, es visible y sensitivo. La música es magia, tu sonrisa es magia. Haces música cuando sonríes.
Me perdí en el filo de tu rostro, en la suavidad y la sensualidad que bailaban acompasadas sobre tu mentón, en el borde de unos labios delicados que eran pellizcados de manera intermitente, pausada, atrapados entre esa fila de dientes blancos en un gesto que me despertó por dentro.
Me abandoné en el azul intenso de tus ojos... Ojos semicerrados por culpa de un ceño ligeramente fruncido. En esa zona de tu rostro, el misterio y la curiosidad me llamaban, a gritos.
Tu pelo revuelto con gracia, con niñez, como de casualidad.
Volé con tu piel pálida, con tus manos finas. Haces música con tu simple presencia, y quise que esa fuera mi banda sonora, de verdad lo quise.
Y te busqué, y regresé a aquel lugar en el que mi cuerpo y mi mente se habían revelado en contra de mi voluntad, y habían decidido que el lema de su huelga sería tu cuello, tus ojos, tú.
Te perdí, sin haberte llegado a encontrar del todo.
Y me crucé con él, con el juego de su mirada oscura y profunda, con su pelo negro e igual de rebelde que el resto de lo que él es en sí, con su gran sonrisa impaciente, esperanzadora. Y a lo lejos, de forma casi imperceptible, alguien lo llamó.
Tú me hiciste el gesto, y yo... Yo descubrí su nombre.

jueves, 31 de marzo de 2016

Mantenerse perdido.

Recuerdo aquella vez, aquel momento en que me fui sin darme cuenta. Regresé y prometí quedarme. En vano prometí, y tal como llegué me volví a marchar, pero siempre sin darme cuenta.
Creo que es mi subconsciente, me guía por caminos que desconozco y que me sorprende descubrir. La ruta de mi vida va cobrando forma paso a paso, según la voy viviendo
No soy consciente de todo, a pesar de mis esfuerzos. No controlo cada situación, y resulta frustrante y excitante a partes iguales. 
Dejar en poder de la imaginación el sendero de mi alma frente a la tremenda superficie que el destino pone a mi vera con la exclusiva intención de que me pierda, de que merodee por la espesura de ese bosque en el que cada árbol es un momento y cada sonido una sensación. Frustra porque no sabes donde pisar, y puedes tropezar. Excita porque descubres, porque vives, y no hay nada más vivificante que el simple gesto de vivir, valga la redundancia. 
Dejar en poder de la imaginación... Da demasiado miedo, ¿no? Pues hagámoslo. 
Dicen que no hay forma mejor de superar tus temores que enfrentándote a ellos. 
Vive.
Imagina.
Sueña.
Mantén en ti siempre encendida la llama de la esperanza y de la ilusión. No temas perderte en el camino, las mejores cosas se encuentran cuando estás perdido.
No lo olvides nunca. 
"Las mejores cosas se encuentran cuando estás perdido".

martes, 1 de marzo de 2016

Perdí la cuenta.

Perdí la cuenta.
Perdí la cuenta del tiempo, de los momentos, de las ocasiones.
Perdí la cuenta de los primeros, de los últimos y de todos los demás.
Perdí la cuenta de las veces que dije "te quiero" de corazón, y de las veces que lo dije por decir. También perdí la cuenta de las veces que te lo dije directamente a ti y de las que me lo dijiste tú.
Perdí la cuenta de las verdades y de las mentiras, de las bromas, de las ilusiones, de las realidades y también de los sueños.
Perdí la cuenta de tus respiraciones, de tus pestañeos rápidos, de tus pulsaciones al dormir.
Perdí la cuenta de las miradas, de los susurros, de los gritos, de los silencios.
De las caricias, de los abrazos, de los besos suaves y cálidos.
De las veces que hicimos el amor y de las veces que sólo follamos.
Perdí la cuenta de ti, de mi y del nosotros que creía haber encontrado.
Perdí la cuenta de los caminos, de los atajos, de los obstáculos.
De las heridas, de los tropiezos, de los daños.
De las lágrimas derramadas.
Juro que al principio empecé a contar...
Pero se ve que me perdí.

martes, 16 de febrero de 2016

Sacar del "no" un "sí" rotundo.

Poca historia se añade si, en vez de avanzar, retrocedemos. Poco se consigue si, en vez de luchar, nos conformamos. 
Resulta difícil aprender a ganar en la pérdida, a encontrar en el llanto el resquicio de lo bueno. Aprender que las caídas son obstáculos que, además de entorpecer, empujan a seguir. Saber utilizar aquello que "no", para sacar el "sí". 
En ocasiones nos obcecamos con el momento actual, nos encerramos y, a decir verdad, nos autoconvencemos de que todo es una mierda. Somos gilipollas. 
El mal, el dolor, lo jodido... Todo está dentro de uno mismo, ese pequeño demonio que todos llevamos dentro y que nos atrapa en sus redes, pues resulta más sencillo rendirse al camino regalado que apostar por el sendero por el que tenemos que luchar. 
No quiero extenderme demasiado, no resulta necesario. Hay momentos en los que sobran las palabras, hay momentos en los que sobran hasta los actos.
¿Quieres rendirte? Bien, haz lo que creas oportuno, pero de poco te va a servir. 
Es tu vida, eres tú quien decide cómo vivirla.
Mucha suerte.

viernes, 12 de febrero de 2016

Alma y vida.

Paso a paso, cada vida va construyendo su camino, cada alma va sintiendo y almacenando información. El recorrido que el "Destino" va pintando para cada uno de nosotros es impredecible. Se trata de un sendero de tinta sobre un enorme lienzo en el que, ese tal "Destino", se despacha con cada uno de nosotros a su gusto, planteando cómo será cada momento en ese trayecto al que denominamos vida y durante el cual nuestra alma crece, se alimenta, aprende y se equivoca por el simple motivo de enriquecernos como personas.
Hoy puedo decir que siento mi alma plena, aún llevando de la mano todo aquello pasado que duela o haya dolido en algún momento. Siento que es así como tiene que ser, que no por malo debemos desecharlo ni por bueno protegerlo, porque en ocasiones es aquello que nos duele lo que nos hace crecer... Porque en ocasiones lo bueno es simplemente vano, raso e irrelevante.
Resulta curioso ver que, en ciertos momentos, las letras quedan en meras letras, las palabras en meras palabras y el sentimiento se disipa tras lo escrito porque no sale del corazón. Mantengo mi insistencia en poner en cada palabra que escribo aquello que me llena, en intentar expresar lo que siento y calar profundo en quienes se molestan en leer toda esta maraña de sin sentidos. Esto me hace más completa, me culmina, consigue hacerme sentir repleta de todo, y resulta desconcertante en cierto modo. Al fin y al cabo me limito a liberar mis pensamientos, ¿cómo puede eso completarme? Más bien debería "vaciarme", ¿no?
Nunca quise buscarle explicación, nunca quise darle vueltas.
Me siento bien. Mi alma sonríe descarada y mi vida continúa su curso.
Alma y vida.
De eso me sobra.

jueves, 28 de enero de 2016

Veremos que pasa mañana.

Me cuesta permanecer en el presente. Vivo el "hoy" de forma casi inconsciente y, para cuando quiero darme cuenta, llevo semanas estancada en el pasado.
Hoy puedo decir muchas cosas, afirmar y negar otras tantas, conformarme con lo que va viniendo y quejarme de lo que ya vino. No me cuesta vivir en este bucle, de hecho me resulta bastante sencillo, pero una cosa es lo que puedo hacer y otra lo que finalmente haga. He decidido dejar de conformarme y de quejarme, de insistir en dejar a todos claro lo que es y lo que no, destapar mentiras absurdas a las que la gente de cabida por el simple motivo de que se aburren con sus vidas. Hoy voy a mirar al frente, voy a tirar de mí, conmigo.
He conseguido averiguar que, lo que venga, tendrá motivos para llegar. Así que, ¿por qué quejarse de lo que llegó? Al fin y al cabo, por algo lo hizo, ¿no?
He visto que el conformismo no es un método de avance, ni de resistencia, ni de nada. El conformismo es recurrido por aquellos que se han cansado de luchar, por aquellos que no tienen ambiciones, que no aspiran a más, por todos esos que no saben lo que es soñar y cuyas ilusiones están escondidas. Y, siendo sincera, ¿desde cuando yo formo parte de esas personas? Jamás he sabido conformarme con algo que no sea todo lo que puedo alcanzar. A veces tardo mucho en reaccionar, lo sé, pero lo hago. Otra cosa no, pero ¿soñar? Vivo de mis sueños, de mis esperanzas. No sería capaz de seguir adelante sin tener sueños y metas inalcanzables, sin estar esperanzada de que llegará algo fantástico en algún momento porque me lo merezco. ¿De qué nos sirve vivir si no podemos hacerlo soñando?
Debo reconocer que soy bastante bipolar. Hoy estoy totalmente segura de mis palabras, pero quién sabe si cambiaré de opinión algún día.
No sé que será lo que venga, no sé si en un futuro mi parecer será totalmente diferente. Solo sé que hoy estoy más segura que nunca de todo aquello por lo que merece la pena luchar, y de que me gusta apostar por lo jodido. Uy, que malota soy ¿eh? No seamos modestos, el nivel de masoquismo del ser humano alcanza niveles estratosféricos. A la gran mayoría nos gusta pensar en imposibles, nos dan esperanzas. Masocas e ilusos, qué bien, así da gusto.
De ilusiones se vive, y a mi no me importa sufrir si lo hago por intentar alcanzar un imposible, por intentar hacerlo factible, porque ¿y si lo consigo?
Esto es hoy, esta soy hoy y así es mi "hoy" en este momento, pero eso no significa que no pueda modificarse. Recordad, soy cambiante e imprevisible, así que...
Veremos que pasa mañana.

martes, 26 de enero de 2016

Y entonces te vi.

No era la primera vez, de eso estoy segura. En el mismo lugar, a la misma hora, los mismos días, y no sé porqué no destacaste entonces. Desde arriba, con la compañía de mi banda sonora, veía la puerta. Joder, tú siempre has estado ahí delante y no he sido capaz de percatarme de tu presencia, hasta que lo hice, por supuesto.
Me desprendí de uno de los cascos para escuchar el saludo del profesor cuando pude visualizar la puerta al pasar la esquina. ¿Con quién estaría hablando? Cada día daba una charla diferente a alguien diferente. No sé de dónde sacaba los temas de conversación, pero era imposible aburrirse con ese hombre. Llegué a la puerta y pude escuchar un par de frases. ¿Fútbol? Venga ya, a ver que coño digo yo ahora para no parecer borde y sin meter la pata. Sé lo mismo de fútbol que de matemáticas, lo básico, vaya. 
Y fue ahí. Te giraste para ver a quién saludaba el plasta del profesor y entonces te vi. ¿De verdad habías estado allí antes? Ah si, todos los días, pero iba demasiado metida en mí misma como para percatarme de que estabas.  
Ojito, Moreno, mira que eres guapo. 
No sé ni cómo ni porqué pero juro que noté como se ponían todos mis sentidos alerta. Qué voz... Vale, admito que cabe la posibilidad de que su voz no sea nada del otro mundo, pero yo no pensaba de forma racional, ¿para qué me iba a servir usar la lógica y el raciocinio si apenas te iba a ver cinco minutos? Las hormonas, imagino. 
- Tú de fútbol no... ¿No? -Gracias por dejarme tan mal, profesor. 
- ¿Yo? No mucho, la verdad... -Un momentito, ¿te estás poniendo roja? Te arde la cara, perra. 
Entonces se me queda mirando unos segundos, y de pronto empieza a observarme de forma intermitente, como si le diera miedo encontrarse con mi mirada, como si le estuviera intimidando... Tía, contrólate, te lo estás comiendo con los ojos. Tiene que estar acojonado. 
Un leve cruce de miradas y tengo que entrar a clase, pero me giro para ver cómo te marchas. ¿Por qué? No siento nada, nada especial al menos, pero necesito girarme. 
Al siguiente día de clase ya iba preparada, y ahí estabas. Me siento tan imbécil, llevas ahí mismo meses y yo tan pancha. Esta vez estaban hablando de copiar en los exámenes, y de eso, aunque suene absurdo, tampoco controlo demasiado. Habré copiado tres o cuatro veces en mi vida. No soy capaz de hacerme una chueta, es como si llevara en la cabeza un cartelito luminoso y musical en el que pone "ESTOY COPIANDO, SUSPÉNDEME".  
Me limité a reírme de los comentarios que hacían. Qué pringada, joder. Espera. Espera, espera, espera que me está mirando a mi. ¿A mi? Mierda, sí que me está mirando a mi. A saber que han dicho, y yo sigo sonriendo como una idiota, creo que estoy haciendo el ridículo. Me mira y se ríe, pero prefiero seguir haciendo como si nada, si se está riendo de mi no quiero saberlo. Sigue la conversación de manera natural, así que imagino que no era yo el centro de la gracia. Llegan los demás y tengo que entrar, y cuando me voy a girar para ver cómo te alejas resulta que tú también me estás mirando."Adiós, Moreno". Mis pensamientos hicieron que me sonrojara, pero él ya se había marchado. 

viernes, 22 de enero de 2016

Just keep trying.

"Solo sigue intentándolo".
Lo sé, parece la típica frase que te sale en las pegatinas de las bolsas de chuches, esas que tienen una cosa plateada que tienes que rascar para ver si te toca un premio que, cuando toca, resulta que es un chicle asqueroso.
Parece una chorrada pero esa frase es una de las más importantes que yo jamás he pronunciado o escuchado. Todos deberíamos tener una vocecilla en la cabeza que nos recordara lo importante que es seguir luchando cuando ya no podemos más, porque rendirse es muy fácil y, a veces, nos vendemos a lo sencillo.
Siempre he creído que los momentos de flaqueza son esos que te hacen crecer y aprender. Si sabemos valorar lo bueno es gracias a esos momentos en los que rendirse y tirar la toalla parece muy apetecible. Es como si llevas a dieta tres meses y te dan a elegir entre un pastel de chocolate y una manzana. Si alguien en este mundo preferiría la manzana, por favor, que lo consulte con su médico de cabecera porque no es comprensible. Sin embargo ahí esta la opción correcta, la difícil. Resistir la tentación, y el problema es que en muchos casos la tentación no es un pastel, la tentación es hundirse ante momentos jodidos, es dejarse caer en ese pozo profundo que aparece en nuestro camino y que es prácticamente imposible de bordear. Y he dicho prácticamente. Tantear los pasos milímetro a milímetro asegurándote de pisar bien para no caer, para no dejarte llevar al vacío. Y, ¿por qué elegiríamos el vacío? Parece absurdo, ¿verdad? Pues no lo es.
Todos nos hemos dejado caer en algún momento sin ser conscientes y, una vez que estas abajo, si sales ya sabes qué es lo que te espera, por eso es el camino fácil. A veces preferimos saltar y aguantar el trago del dolor conocido, que seguir adelante en un camino desconocido en el que, probablemente, aparezcan cientos de pozos igual de oscuros y profundos, o más si cabe. "Más vale lo malo por conocido que lo bueno por conocer", eso dicen, ¿no? Pues no, para nada.
Este es un error que el ser humano comete de manera casi constante. Preferimos volver a vivir un mal sentimiento por el hecho de que ya sabemos lo hay, antes que tirar para delante por miedo a lo que podamos encontrar.
No quiero ser falsa, es posible que sigas adelante y te encuentres con algo peor, pero de lo que si estoy segura es que, después de la tormenta, siempre llega la calma. Siempre. Y que es a eso a lo que tenemos que aferrarnos en esos momentos, a ese haz de esperanza que nos dice "Continúa, llegará lo bueno, seguro". Qué poco caso hacemos a veces a nuestra cabeza, coño.
Me he rendido, eso es así. Alguna vez he decidido caer, pero siempre consigo salir. No puedo prometer que jamás volveré a rendirme, sería mentir descaradamente, pero si puedo prometer que jamás dejaré de luchar, que seguiré intentando continuar mirando al frente, cueste lo que cueste. Al fin y al cabo, eso es vivir, caminar por un lugar en el que el suelo bajo tus pies es cambiante y doloroso, pero a través del cual alcanzas todas esas metas que te propones. Yo creo que merece la pena, siempre lo que creído.
¿Rendirse? No, esa palabra ya no me define. Llevo mucho tiempo sin caer, tropezándome a cada paso pero consiguiendo mantener la marcha. Eso no es para mi, al menos por ahora.
Nada va impedir que cumpla todo aquello que me proponga, no pienso consentir que eso pase.
Pienso seguir intentándolo.



martes, 19 de enero de 2016

"No es la distancia el comienzo del olvido".

Suele decirse eso de que "la distancia hace el olvido", y que "ojos que no ven, corazón que no siente". También dicen que el olvido es el resultado de sumar la distancia mas el tiempo, pero eso, queridos míos, eso es una mentira inmensa.
Nadie olvida, jamás. Debemos ser capaces de reconocer esto para poder seguir adelante. Cuando alguien o algo te importa, da igual qué sea lo que te impida tenerlo, y puede que, con el paso del tiempo, dejes de sentir la necesidad de que ese algo sea tuyo, pero ¿olvidarlo? Ah no, no seamos ilusos. 
Tanto para bien como para mal, el amor es algo que puede llegar a ser lo suficientemente fuerte como para permanecer firme ante la distancia más larga y duradera que exista. Si que es cierto que, en la mayoría de las ocasiones, la distancia enfría las relaciones, pero eso no significa que desparezcan los sentimientos. Y que conste que no estoy hablando únicamente de las relaciones de pareja y de el amor entre estas, también hablo de la amistad y de la familia. Si tienes personas al lado que de verdad te quieren y que merecen la pena, te aseguro que dará igual si te vas una semana de acampada o tres años a la India, que ahí estarán, a la espera de tu regreso, con los brazos abiertos y miles de cosas que decirte para hacerte sentir increíble de nuevo.
Personas muy cercanas se van muy lejos mucho tiempo, yo misma me iré lejos mucho tiempo también, pero tengo claro lo que me voy a encontrar cuando vuelva y lo que quiero que se encuentren aquellos que, como yo, también se van. No voy a perder lo verdaderamente importante, aunque si que voy a perder. Perderé aquello y a aquellos que ahora están, pero que siempre he sabido que estaban de más, de paso. Aquello que, a pesar de llevar bastante conmigo, nunca lo he necesitado, y no creáis que no me da pena darme cuenta de eso, duele, por su puesto, pero es así. Tengo que aceptar que la vida me ha otorgado, en muchas ocasiones, cosas y personas que, por explicarme de algún modo "ni fu ni fa" ¿me entendéis? 
Ahora me toca despedirme de alguien que vale más de lo que piensa, que me importa más de lo que creí que lo haría, que se va de repente, muy deprisa y muy lejos. Alguien a quien llevo en lo más profundo de mi ser, que es parte de mi vida y de todo lo que soy y seré jamás, alguien a quien quiero con locura y que es algo "Delocos". Volverá pronto. Parece mucho tiempo, pero es solo eso, tiempo, y he de reconocer que el tiempo se esfuma. Antes de darme cuenta estará aquí de nuevo. Te adoro, os adoro. Suerte en el futuro, un futuro que compartiremos, tiene que ser así. 
Nos vemos a la vuelta.
No, la distancia no hace el olvido. Vamos, ni de coña. 

viernes, 15 de enero de 2016

Anorexia.

"El otro día comenzó a seguirme por twitter una persona. Era una cuenta muy reciente por lo que solo había un twit en el que se veía la ilusión que sentía el dueño al tener por fin esa nueva cuenta, aunque no había ninguna foto de perfil. Apenas hice caso al nombre, me metí en su perfil y comencé a ver a que personas seguía para ver si había alguien conocido que me dijera de quien se trataba. El problema llegó cuando me dí cuenta de que toda la gente a la que seguía, o por lo menos la mayoría, eran personas que tenía problemas de autoestima, trastornos alimenticios, muchísimos complejos físicos... Volví a revisar el nombre de esta misteriosa cuenta: Anorexia. Así, sin más. Comencé a visitar detenidamente más cuentas similares y juro que si no lloré fue porque había gente delante. Hay cientos, si no son miles de personas que tienen grabes problemas con el tema de la alimentación y el peso, y vivimos en un mundo en el que no se le da importancia. Encontré un montón de cuentas de twitter en las que los dueños, aunque la mayor parte eran chicas, mostraban apoyo a las personas que sufren este tipo de problemas, pero no como deberían hacerlo. Lo hacían desde dentro, viviendo el mismo problema y demostrando que ellas también estaban pasando por ello, que las entendían y que jamás podrían cambiar. Frases del tipo "Dejadme no comer tranquila" o "Nadie se da cuenta de lo que estoy sufriendo" abundaban.  Por lo general, este tipo de problemas se da en personas cuya autoestima esta muy dañada, personas que no han tenido una infancia sencilla, que no reciben demasiado  cariño ni apoyo en su entorno... También gente que ha sufrido bulling y acoso escolar. El ser humano puede llegar a causar un daño tan grabe como para hundir a una persona y hacer que esta viva pensando que no vale para nada, que es inútil... Incluso hacer que alguien se odie a sí mismo, tanto por dentro como por fuera, y aquí es donde aparecen la anorexia y el sobrepeso. No todos los casos son así. Hay personas que se crean ese odio hacia sí simplemente con ver la televisión, es decir, ver todos esos cuerpos perfectos que salen en todos los medios de comunicación, les lleva a hacer comparaciones con su propio cuerpo, por lo que acaban odiándose y dañando su salud para intentar cambiar. Esto es una barbaridad. Y para colmo hay personas que, no solo sufren el problema, si no que lo hacen público, y no con el fin de dar ejemplo de aquello que es peligroso, sino para mostrar al resto de personas que están en esa situación que esa es la mejor salida a todos sus problemas, cuando no es cierto. He llegado a ver cuentas en las que la dueña indicaba su estatura, su peso y el peso al que quería llegar, y entre estas personas había algunos ejemplos en los que, midiendo casi un metro setenta, pretenden pesar cuarenta y cinco kilos. Lo que estas personas no saben, y si lo saben no hacen caso, es que antes de llegar a pesar 45 kilos es bastante probable que mueran, o que acaben ingresadas en algún centro con un grabe problema de anorexia. Ser extremadamente delgado/a no te da la felicidad, te da una enfermedad y serios problemas psicológicos. No comer no conseguirá que tus padres te digan que están orgullosos de ti, ni que el chico que te dejó vuelva contigo. Yo soy de esas personas que siempre se ven kilillos de más. Si yo me miro al espejo no veo una chica delgada, pero tampoco veo cosas donde no las hay. Sé que no estoy gorda. Yo también he tenido problemas con la comida. He llegado a encontrarme tan mal con mi cuerpo como para ser capaz de intentar vomitar, siendo consciente de que eso podría llevarme a una bulimia, y esto podría hacerme ingresar en un hospital o en un centro especializado durante mucho tiempo. Pero a día de hoy sé que eso es una locura. Yo no quiero vivir el resto de mi vida sabiendo que solo voy a ser capaz de sentirme bien conmigo misma si no me miro nunca al espejo, entrando en una talla treinta y dos, y vomitando cada vez que entren en mi cuerpo más de veinte gramos de comida, y no quiero vivir así porque sé que esa falsa "felicidad" que estoy creando en mi mente y que aliento con frases como "por lo menos estoy flaca" no valen para nada. Estos problemas no se acaban cuando te miras al espejo y descubres que la talla treinta y dos te está empezando a quedar grande, lo complicado es que una vez que tu cuerpo relacione vomitar o no comer con bienestar, será eso lo que pretenda obtener cada día y esto es absolutamente dañino para la salud. No es sano y puede llegar a ser mortal.
Los problemas que una persona tenga o haya tenido a lo largo de su vida son esos que nos hacen mantener los pies en la tierra y ser capaces de aprovechar lo bueno, no podemos ponerlos como excusa para que al dañarnos no nos dé remordimiento de conciencia. Al igual que esto, las personas que necesitan hacerse daño físico para sentirse bien se encuentran dirigidas bajo un patrón bastante similar. Mi vida no ha sido nada fácil, no vivo en un cuento de hadas y sé que es molesto que la gente hable de un tema sin haber estado en situación, pero yo en cierto modo lo he sufrido, y gracias a dios he abierto los ojos. Desde muy pequeña estoy acostumbrada a luchar contra viento y marea yo solita, sin que mi padre me dijera lo orgulloso que estaba de mi, o el buen trabajo que estaba haciendo. He vivido con un niño discapacitado, autista para ser exactos, y un padre con cáncer de pulmón, y ahora, sabiendo que la única persona que los atiende es mi madre, que está sola en un pueblucho de mala muerte y teniendo el hospital más cercano a media hora en coche, y estando totalmente sola y alejada de todo lo que hasta hace unos meses era mi vida, se puede decir que no estoy viviendo mi mejor momento. Estas situaciones hacen que lo odie todo, incluyéndome a mi. Me miro al espejo y no me gusto, he llegado a darme asco, pero he aprendido que no puedo usar toda esa mierda para hacerme más daño, porque la única persona que puede hacerme realmente feliz soy yo misma. Me gustaría que el mensaje calara y que todas aquellas personas que están pasándolo mal en este sentido sean capaces de abrir los ojos y de darse cuenta de que es un comportamiento ridículo, pero no soy una súper heroína, soy una chica más, con uno de los millones de blogs perdidos en la web, pero no puedo hacer más. Ni si quiera sé si a esto se le puede denominar "aportar un granito de arena" pues no sé quiénes sois los pocos que de vez en cuando os dejáis caer por aquí. Me limito a usar este sitio para intentar llegar a las personas que me leen y para aclarar un poco el revuelo que predomina mi mente la mayor parte del tiempo."
Escribí esto hará un par de meses pero no quise publicarlo por varios motivos que no tengo intención de explicar. A día de hoy ya sé quién es el dueño/a de esa maldita cuenta, y os juro que al descubrirlo se me partió el alma. Espero que quede en eso la cosa, en una cuenta de una estúpida red social, de verdad lo espero.

Lamentablemente, el tiempo no se puede volver atrás.

Me gustaría poder grabar a cámara lenta cada momento de mi vida para después recrearme en el pasado de manera más intensa, volver a sentir lo que sentí aquella vez que... O reconcomerme porque eso que dije no tenía que haberlo dicho de ese modo. Sería el método más sencillo para no olvidar jamás nada de lo vivido, no olvidar la cara de aquel que, hace mucho tiempo, fue tu amigo, no olvidar la frase de aquel que, hace también mucho tiempo, fue tu amor... Tal vez no fuera buena idea, porque igual que recreas lo bueno, recuerdas lo malo. Las cosas dolorosas se dejan atrás y, gracias a dios, nuestro cerebro es lo suficientemente inteligente como para saber que  esos recuerdos dañinos no deben permanecer ahí, e intenta borrarlos. Los niños, al crecer, no recuerdan las cosas malas. Sus mentes lo asimilan todo muy deprisa e intentan borrar lo malo de la manera más rápida posible. Una vez creces, todo se vuelve más complicado.
Ya lo sé, parece que tengo ochenta años. Apenas he vivido y hablo como si fuera el fin de mi larga e intensa vida, dejemos eso aparte, ¿vale?
No sé que es lo que me ha hecho reflexionar sobre esto, no recuerdo cómo ha llegado a mi cabeza este absurdo. Aunque ahora que lo pienso, la mayoría de cosas que llegan a mi cabeza son absurdos, y mi trabajo se limita a intentar expresarlos de la manera más bonita posible. Ojo lo que me gustan a mi las florituras a la hora de escribir, ¿eh? Si escribiera las cosas tal y como las pienso, más de uno llamaba al manicomio para que me vinieran a buscar, con urgencia. Bueno, que no estábamos hablando de eso.
El caso es que a veces pienso en lo muchísimo que me gustaría revivir algunos momentos de mi vida, aunque sea por mera curiosidad, pues no soy capaz de recordar lo que sentí, o lo que vi. ¿No os gustaría poder hacer algo así?
No sé, si echas en falta algo, lo que sea que tuviste y ya jamás podrás tener, poder ver cómo fue. Repito que puede ser que esto sea una locura, pero creo que me encantaría que fuera posible. Al fin y al cabo también es una locura tirarse desde un avión en paracaídas y lo hace muchísima gente, ¿no?
Bueno que sí, que ya me callo. Esta puta loca cierra el pico, pero solo por ahora. Llegará otra locura a mi mente, así que es solo cuestión de tiempo.


martes, 12 de enero de 2016

No tiene sentido, no lo busques.

Anduve perdida más tiempo del que me gustaría reconocer. Me cago en la puta que harta estaba de perder la brújula de mi vida, esa medio rota y cuyo norte permanecía titilante, inseguro, como creyendo saber hacia donde marcar, pero sin tener ni la más remota idea en realidad.
Esperaba poder borrar aquello que tanto daño me hacía pero... Joder, qué difícil era.
Rabia acumulada, eso era, mucha rabia que ardía en mis entrañas como la llama de un fuego que se expande rápidamente avivado por el vendaval de emociones contenidas.
No sé qué coño estoy diciendo, no sé qué me pasa, no sé dónde mirar y dónde no. No sé... y, siendo sincera conmigo misma, la verdad es que no sé nada ya. Creí saberlo, pero no era así.
Una vez me dijeron un refrán que era algo como "sarna con gusto no pica". Que alguien me explique donde está aquí el gusto porque yo me voy a volver loca de tanto picor enardecido.
Nadie dijo que fuera fácil... No, nadie dijo que fuera, sin más. Mira que soy imbécil.
Claro que, si lanzas un boomerang, lo suyo es que vuelva, ¿no? No se puede perder por ahí, engancharse en una rama o algo, yo que sé. Desaparecer, evaporarse, ¿sería muy difícil que se desintegrara en pleno vuelo? Algo, si es que tampoco pedía tanto. Que no vuelva a tirar el boomerang porque si no lo próximo que va a volar voy a ser yo.
Aburrida, así estoy, aburrida de jugar, de rabiar, de llorar, de picar y de rascar. Aburrida de todo cuanto me rodea. Ya está bien, he de poner un punto final en mi propia historia interminable, porque es que esto ya es un cachondeo.
¿No tiene ni la mas mínima lógica? Pues no, para qué mentir. Parece que se me ha ido la olla por completo, pero no es así. Soy muy sutil, pero específica. En esta marea de sinsentidos, de refranes, de ilógicos y desconciertos que es mi cabeza, hay más de lo que se ve, de lo que se siente. Bueno, de lo que sentís vosotros, claro. Yo lo veo y lo siento todo a la perfección, para algo soy yo, ¿no? Bueno, y qué decir cuando sobran las palabras, pues como bien se dice, a buen entendedor pocas palabras bastan, y creo que aquí no hay precisamente pocas.
Disculpad el momento de locura, o de lucidez, ya no lo tengo claro.

Cúmulo de sensaciones.

El domingo pasado fue uno de los mejores días de mi vida. Bueno, quizá no sea para tanto, pero yo lo disfruté mucho, ¿vale?
El caso es que llevaba un tiempo algo deprimida, pensando demasiado en todo lo que me rodeaba (tuviera o no importancia) y acabé por hundirme. No sé si alguna vez os ha pasado algo así, todo te aborda, te abruma, los granitos de arena se hacen montañas y las montañas crecen hasta rasgar el cielo, cubriendo el sol que alumbra la poca esperanza que aún permanece en tu interior. Se difumina lo visible, se enturbia lo nítido y te pierdes. Pues más o menos así estaba yo. Ya no sabía qué era ni lo que me pasaba. Estaba triste, enfadada, asqueada con el mundo y con la gente, pero al mismo tiempo necesitaba a alguien a mi lado, necesitaba amor y cariño... Y a pesar de necesitarlo lo rechazaba porque ya dudaba de si eso también sería dañino para mi alma desgastada y mi corazón magullado. Buah, qué movida más rara. Estaba como para escribir un libro, seguro que saldría algo totalmente lógico y ordenado, nada de rarezas y contradicciones, que va... 
Bueno, pues llegó el domingo. 
El sábado había llegado a casa de mi hermana a eso de las diez y media de la noche con una caja de seis donuts del Dunkin' Coffee para compartirlos con ella y con mi cuñado, lo sé, soy una monería. Yo seguía en modo plof absoluto, y después de la tortura de los autobuses y los metros -cosa que no me habría parecido una tortura si mi estado de ánimo hubiera sido normal, ya que me encanta ir en transporte público. Será que soy idiota- yo solo quería dormir, o llorar, o pegar a alguien, puede que todo al mismo tiempo. Esperé a mi hermana y cenamos donuts con Cola Cao (¡Viva la dieta mediterránea!) y con esas mismas, me fui a dormir. Dios mio esa cama es algo divino. 
Me desperté con una sonrisa de oreja a oreja, ya fuera porque había recuperado las horas de sueño de las tres últimas semanas o porque no había tenido esos sueños desagradables a los que ya estaba empezando a habituarme. Me tiré de la cama rozando las dos del medio día, aunque me podría haber quedado allí todo el día sin miramiento alguno, pero había quedado con mi hermana para ir a buscarla al trabajo y comer con sus amigas por allí. Así que, así lo hice. Me vestí y arreglé un poco, pero mi pelo era de otro mundo, así que lo dividí en dos capas y me hice un moño guarruzo con la capa de arriba (¿se le puede llamar semirecogido?) y me fui. Cogí el metro dirección La Elipa-Goya y llegué justo cuando mi hermana salía. Nos fuimos con una de sus compañeras a comer a un restaurante en el que no habríamos entrado de no ser porque había partido de baloncesto y el Barclaycard Center (el Palacio de los Deportes) estaba lleno, al igual que todos los restaurantes de la zona. La comida fue bastante mediocre y la cuenta elevada pero bueno, era eso o un sándwich de máquina chicloso. Aún así yo seguía con mi sonrisa, no había un motivo, pero estaba feliz. Las acompañé de vuelta al trabajo y pasé la tarde recorriendo algunas zonas de Madrid por puro placer, completamente sola y centrándome en disfrutar de la belleza de la ciudad unida a la música que salía constantemente de mis cascos. Paré en varias librerías y me compré dos libros, aunque si hubiera podido me los habría comprado todos. Sin darme cuenta me dieron las siete de la tarde, así que entré en una cafetería y estuve un rato leyendo hasta que mi hermana acabó su turno de trabajo y volvimos a casa. 
Esa tarde fue maravillosa. Había pensado en millones de cosas mirándolo todo desde un punto de vista más bonito, más feliz...Y funcionó, vamos que si funcionó. Me sentí plena, había asimilado cosas que me resultaban imposibles, había pasado página en ciertos aspectos de mi vida y juro que esa sensación era alucinante. No sabía como iba a amanecer el lunes, pero en ese instante podría haberme comido el mundo. Me sentí feliz, muy feliz, después de semanas sin ser capaz de esbozar una sonrisa mínimamente prolongada. Tenía una paz interior que, de no ser porque era plenamente consciente de todo cuanto hacía, habría dudado de si el café o la comida llevarían algún tipo de droga. Todas esas sensaciones, múltiples e intensas, hicieron que fuera capaz de mirar la vida de otra forma. 
Adoro la soledad, poder moverme libremente sin pensar en dónde querrán ir aquellos con los que voy, me gusta tener un rato en el que poder pensar únicamente en mi. Y así fue. Volveré a pasear sola por las calles de Madrid con la única compañía de mis cascos y mis pensamientos. Una experiencia demasiado buena como para no repetirla. 
Vivan los domingos, los paseos y la soledad. Y que viva Madrid, mucho.

sábado, 9 de enero de 2016

Siempre ella.

"Tomó velocidad. Solo tendría una única oportunidad de saltar y ni si quiera estaba seguro de ser capaz de llegar al otro lado, pero tenía que intentarlo... Por sí mismo, por ella. Apenas le quedaban unos metros para llegar al borde de aquel abismo que la tierra había decidido abrir entre ambos sin haber podido evitarlo de ninguna de las maneras. Pasó de repente, el mundo se volvió loco, todo empezó a temblar, casi tanto como lo hacían sus piernas en ese mismo instante. No sería capaz, se iba a desmallar y ella se iba a quedar sola al otro lado, viendo cómo él se desplomaba y hacía que desapareciera el más mínimo ápice de esperanza. No, ni de coña iba a dejarla sola.
Se detuvo, respiró profundamente sacando fuerzas de flaqueza y retrocedió cuanto pudo para coger más impulso. Llegaría al otro lado, seguro.
Y empezó a correr, esta vez no le temblaban las piernas, ahora cada paso era incluso más firme que el anterior. Cuando estaba a punto de llegar al borde, el miedo intentó invadir su cuerpo pero apretó aún más en la carrera, tomó impulso y saltó.
Notó como su cuerpo caía, pero no entraba en contacto con el suelo, seguía cayendo... Una ráfaga de pánico recorrió su espina dorsal consiguiendo en él un acto reflejo que hizo que se agarrara a los salientes de la pared de aquel abismo cuyo fondo parecía inexistente. Trepó a ciegas, pues sus ojos ardían a causa del polvo que había entrado en ellos. Alcanzó el borde, y apunto estuvo de caer de nuevo cuando alguien le agarró del brazo y tiró hacia arriba con fuerza.
El asfalto estaba caliente y quemaba su piel sensibilizada, pero era mejor que el vacío, que la nada en la que había caído y de la que lo habían salvado. Alguien lavó sus ojos, aunque no con demasiado cuidado, pero consiguiendo aliviar la quemazón, y cuando los abrió..."
Ahí estaba ella. Siempre ella.
Estaba preciosa y tranquila. Dormía plácidamente a su lado, en esa enorme cama que se le había antojado porque decía que salía en todas las películas. Pasarían los años y él seguiría gozando del placer que suponía observarla mientras dormía. Quería pasar el resto de su vida al lado de esa preciosa mujer, esa que había curado sus ojos en aquella horrible pesadilla, esa que dormía a su lado cada noche y con la que despertaba cada mañana. Y sabía que estaría enamorado el resto de su vida porque, para él, nunca hubo otra. Jamás.
Para él, siempre fue ella.
Siempre ella.

viernes, 8 de enero de 2016

Llegará lo mejor.

En la vida hay varios caminos entre los cuales nos vemos obligados a escoger. Dependiendo del camino elegido, nuestros pasos nos llevan a enfrentarnos a diferentes decisiones con diferentes opciones a elegir, tanto buenas como malas, y cuesta diferenciarlas.
A pesar de esto tenemos que seguir adelante, acatando las consecuencias que dichas decisiones tienen en nosotros, en nuestro porvenir. 
Para mi no es fácil tomar decisiones, me bloqueo, no sé que hacer. Tiendo a pensar todo detenidamente, le doy mil vueltas a las cosas y tomar decisiones me estresa porque nunca sé si cogeré el camino correcto. Pero he comprendido que es de las decisiones erróneas de las que se aprende, lo demás es inútil ya que, si siempre tomamos la decisión correcta, si nunca nos equivocamos ¿cómo vamos a saber apreciar lo que nos depare nuestra certeza?
Siempre he intentado ser una persona responsable, aceptar las consecuencias de mis actos y afrontar la vida tal y como venía, y en muchos aspectos lo he conseguido, pero ahora dudo de si es bueno pensar todo tanto como lo  pienso... Ahora no sé si sería mejor dejarme llevar, aunque sea de vez en cuando. 
Nunca me ha gustado moverme por impulsos, aunque resulte tremendamente contradictorio porque si hay algo que me define es lo impulsiva que puedo llegar a ser, pero tiendo a controlarme. No me gusta que las cosas se vayan de mi control, pero a veces siento que, de haberme dejado llevar en algún momento en el que me he controlado, ahora todo sería distinto. Del mismo modo que siento que de haberme controlado en algún otro momento en el que no he sabido ser racional, las cosas no me pasarían como me están pasando.
En fin, esto es una rayada más, es otra de mis idas de olla, otra cosa más a la que le doy vueltas y vueltas para acabar dándome cuenta de que es otro de los muchos sinsentidos que me plantea la vida. Creo que lo que realmente necesito es saber diferenciar cuando puedo seguir mi instinto y cuándo debo controlarlo. Pero, hasta que aprenda a hacer eso, seguiré torturándome a mi misma, ya sea por cargarla al intentarlo o por cagarla al quedarme con las ganas. 
Sea como sea siempre he creído que nada pasa porque sí, que todo tiene su porqué y su porqué no y que tarde o temprano la vida acaba resolviendo todas esas dudas y demostrando que, eso que ha venido y tanto odias, hará que mañana disfrutes de algo maravilloso.
Confiad, llegará lo bueno... Llegará lo mejor.

jueves, 7 de enero de 2016

Otra reflexión.

He de reconocer que últimamente no hay quien me aguante. Lo siento. Siento haber usado este rincón para mostrar mi ira al mundo, aunque tan solo haya sido una pequeña parte. Necesitaba soltarlo, todo esto que llevo dentro, que me hace prisionera de mis propios sentimientos, me encarcela, me ata de pies y manos obligándome a sentir frustración y rencor. Necesitaba abrir los ojos. La vida no es de color de rosas, creo que eso es algo que ha quedado bastante claro, pero, ¿es ese suficiente motivo como para despreciar todos los aspectos del vivir? Ni si quiera sé si esto que acabo de escribir tiene mucho sentido. Tengo claro que mi opinión es únicamente mía y no pretendo que nadie me entienda ni piense lo mismo que yo, pero soy libre de expresarme como y cuando quiero.
Aclarado esto pido disculpas porque sé que a algunos no debe resultarles muy agradable leer repetitivas quejas por mi parte, mi intención no es que os encontréis con mi vida y comprendáis mis palabras, no quiero haceros soportar algo que yo no soy capaz de sobrellevar siendo a mi a quien le afecta.
Este sitio tiene el único fin de liberarme, y del mismo modo intentar que, aquellos que compartan mis pensamientos se liberen también, y aquellos que no lo compartan, disfruten con la lectura sin más. A veces me libero despotricando, otras escribiendo un texto pasteloso y romántico, y otras creando historias de personajes imaginarios. Sé que no tiene mucha lógica, escribo sin un orden o un sentido, simplemente escribo, pero es lo que me nace y es lo que necesito.
Esta es mi mejor manera de disfrutar la vida, de darme cuenta de lo necesario, de lo bonito, de lo bueno. Así que seguiré así durante mucho más tiempo, porque si, porque me gusta y porque me siento realmente bien haciéndolo.
Gracias por leerme y soportarme, por compartir o no conmigo esto que siento, por saber aceptarlo, por seguir ahí.

martes, 5 de enero de 2016

Que sea bienvenido.

Y estamos en enero, mes de gastos, de regalos, de ilusiones y de desilusiones, de principios y de finales, de cambios, de diferencias, de comparaciones con el año anterior, de mierdas y de genialidades... Un mes más en nuestra vida en el que se escuchan propósitos para el año que viene por delante, quejas de lo mal que ha empezado el año, deseos de que continúe un poco mejor. Mañana por la mañana mi casa estará invadida de regalos, de juguetes, de personas, de roscón, café y chocolate con churros. Ya vienen los Reyes Magos, y a mi me hace la misma ilusión que una mosca dando vueltas por mi habitación a las dos de la madrugada. ¿Espíritu navideño?, pero, ¿quién se cree esa estupidez? Se supone que la navidad es una época de celebración religiosa por el nacimiento del niño Jesús, etc, etc. Pues lo hemos convertido en puro comercio. No soy creyente. al menos no por ahora, y aún así me resulta muy hipócrita que haya gente que diga que siente el espíritu navideño y se limite a salir de fiestuqui y a abrir los malditos regalos. A mi me gusta la navidad porque veo a mi enorme familia, por la ilusión de mi sobrina al ver las luces y los regalos, porque disfruto cada minuto con mis amigas, eso es lo bueno, sea o no creyente.
Mi enero ha empezado contra el viento y marcha atrás, porqué no decir la verdad. Pero eso no significa que este año no vaya a ser increíble, me lo he propuesto y pienso conseguirlo. Mas allá del pastizal que me he dejado estas navidades entre unas cosas y otras, más allá de todas las cosas que he ido perdiendo a lo largo del año y no he sido capaz de recuperar, más allá de lo malo y de lo bueno, lo pasado pasado está. Ahora viene lo siguiente, lo que continúa, y pienso recibirlo sea como sea. Vendrá malo y vendrá bueno, eso es una realidad, pero sé que no sería capaz de disfrutar lo bueno, si no me lo tomara como algo pasajero, algo que hay que aprovechar al máximo porque todo tiene un final. Así que mi misión será gozar de lo bonito e intentar sobrellevar las cosas feas, al lado de quien me quiere y lejos de quien no. Así son las cosas y así soy yo.
Y como ya dije una vez, no pienso despedirme del pasado porque es parte de mi, no quiero que se olvide. Lo que voy a hacer es saludar al futuro.
Querido 2016, no me fío de ti ni un pelo, pero, ¿qué sería del mundo sin un poco de aventura?
Sé bueno, ¿vale?

Harta de este puto bucle.

Hace mucho tiempo ya que empezó esta puta historia. El pez se muerde una y otra vez la cola, y no precisamente por propia voluntad. Hace años comenzó a darse en mi vida una situación cuanto menos repetitiva. Un bucle en el que ciertos factores aparecen de manera casi constante para prohibirme dejar a un lado esta fase y pasar a la siguiente, olvidar la página de mi vida en la que estoy estancada para continuar con ella y comprobar qué es lo que me deparará el destino, pero nada, que no hay forma.
Yo he intentado hasta lo imposible por dejar atrás esto que me arrastra. Puestos a intentar, he querido hasta arrancar la página de cuajo, pero esta dichosa hoja es irrompible, y no vayáis a pensar que es algo bueno, que va. Ojalá esta mierda tuviera algún tipo de sentido, algún porqué, pero por más que lo he buscado no aparece por ninguna parte. Eso que me hace permanecer anclada lo hace cada vez de diferente manera y en diferente grado, asegurándose de que no he sido capaz de dejarlo atrás. Por decirlo así, su misión es hacerme permanecer ahí lo justo y necesario para no convertirme en una carga, en una molestia. Bueno, pues ya me he hartado.
Las cosas que me hacen volver atrás son meras gilipolleces que me han afectado simplemente por el hecho de yo soy gilipollas, o lo era. No sé cuánto tiempo más tendré que recaer, cuántas veces me quedan por mirar atrás en el camino, retrocediendo. Lo que si que sé es que este camino tendrá un final, y que, por muy tarde que lo haga, llegará. Hasta ese momento solo me queda la opción de seguir caminando y procurar que cada retroceso sea más pequeño, hasta que resulten inexistentes. 
Y ahora quiero dejar clarito un mensaje: No te haces una idea de lo que valgo, de lo que merezco y de lo que vas a tener que hacer para conseguir que vuelva. Te va a costar sangre, sudor y lágrimas, y si no te lo crees, prueba a intentarlo. 
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