viernes, 3 de julio de 2015

Se aprende de lo que vino.

El otro día estuve pensando en el futuro, en lo que puede deparar la vida sin tu darte cuenta, y creí que este era un buen tema sobre el que escribir. Hace tiempo que no escribo acerca de mis pensamientos, de lo que siento, y era hora de ponerse a ello, de dejar volar lo que llevo dentro, todo aquello que me hace ser yo misma.
Escribir es algo a lo que hay que dedicar tiempo y creo que eso es lo que a mí me ha hecho falta, encontrar tiempo. Ahora que lo tengo he comprobado que no hay mejor reflexión que reflexionar, que pensar. Y es eso, pensar, lo que me ha llevado a esto.
Estuve recordando todo aquello pasado, bueno o malo. Aquello que ahora es pasado, en su día fue presente y, sin que yo me diera cuenta, sería mi futuro. Y ahora pienso en lo que viene, ese futuro que será presente y que, tras unos segundos, también será pasado. Ansiar un futuro es, bajo mi punto de vista, el mayor error del ser humano, pero, al mismo tiempo, es aquello por lo que luchamos lo que nos hace seguir adelante.
Por suerte o por desgracia estamos acostumbrados a no fijarnos en lo que tenemos, en lo que somos, nos fijamos en lo que queremos tener y en lo que queremos ser. Así, de manera inconsciente, despreciamos el presente y, en consecuencia también el pasado, pues no habría futuro sin pasado ni presente.
Ahora lo veo. Ahora veo todo el daño que hace no tener en cuenta lo vivido. Es impresionante la facilidad con la que cambia el sentido de una frase simplemente conjugando un verbo. Porque no es lo mismo "he sido" que "seré", ni "he vivido" que "viviré", lo que hace que me de cuenta de que, verdaderamente, vale más lo malo por conocido que lo bueno por conocer, porque no se aprende de lo que viene, se aprende de lo que vino, y de lo que viene, tarde o temprano, se aprenderá.

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