Todos sabemos que la vida no es precisamente
fácil. Es recibir golpes constantemente y llega un momento en el que te cansas
de luchar. Es una guerra demasiado intensa y, quieras o no, acabas perdiendo la
capacidad de soportar el chaparrón. Te hundes en un pozo negro muy profundo
pero lo bueno es que, si miras arriba, puedes ver el cielo azul. El dolor, el
sufrimiento… son cosas que no nos hacen más fácil en día a día, pero sí hacen
que aprendas, que luches, que sigas adelante y no te rindas. Una vida sin
altibajos no es una vida y, al igual que cosas malas, también hay cosas buenas
y tienes que luchar por esos pequeños detalles.
Cuando te tropiezas y te caes tienes dos
opciones: La primera, quedarte ahí y lamentarte por lo ocurrido, y la segunda,
levantarte y continuar, y sé que el primer camino es más sencillo pero hay que
ser fuertes y resurgir, porque los golpes duelen pero, todas las cosas buenas,
por pocas que sean, merecen la pena y tenemos que seguir adelante por ellas. Así
que levántate, lucha, saca fuerzas de flaqueza y persigue lo que quieres
porque, por muchas cosas malas que puedan ocurrir recuerda esta frase: “nada es
para siempre”.
Vale, es cierto que si te caes, cuando te
levantas, te dan otro palo y vuelves a caer, pero no todo son golpes. El tiempo
que te mantienes en pie y sigues tu camino son todos los momentos felices y,
aunque sean pocos, merece la pena luchar por ellos. No tienes que levantarte
solo, siempre vas a tener a alguien que te de la mano así que no seas idiota y cógela.
Y ahora a todos los que, como yo, habéis
estado jodidos en algún momento quiero deciros una cosa: Luchad y mucha suerte.
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