Anduve perdida más tiempo del que me gustaría reconocer. Me cago en la puta que harta estaba de perder la brújula de mi vida, esa medio rota y cuyo norte permanecía titilante, inseguro, como creyendo saber hacia donde marcar, pero sin tener ni la más remota idea en realidad.
Esperaba poder borrar aquello que tanto daño me hacía pero... Joder, qué difícil era.
Rabia acumulada, eso era, mucha rabia que ardía en mis entrañas como la llama de un fuego que se expande rápidamente avivado por el vendaval de emociones contenidas.
No sé qué coño estoy diciendo, no sé qué me pasa, no sé dónde mirar y dónde no. No sé... y, siendo sincera conmigo misma, la verdad es que no sé nada ya. Creí saberlo, pero no era así.
Una vez me dijeron un refrán que era algo como "sarna con gusto no pica". Que alguien me explique donde está aquí el gusto porque yo me voy a volver loca de tanto picor enardecido.
Nadie dijo que fuera fácil... No, nadie dijo que fuera, sin más. Mira que soy imbécil.
Claro que, si lanzas un boomerang, lo suyo es que vuelva, ¿no? No se puede perder por ahí, engancharse en una rama o algo, yo que sé. Desaparecer, evaporarse, ¿sería muy difícil que se desintegrara en pleno vuelo? Algo, si es que tampoco pedía tanto. Que no vuelva a tirar el boomerang porque si no lo próximo que va a volar voy a ser yo.
Aburrida, así estoy, aburrida de jugar, de rabiar, de llorar, de picar y de rascar. Aburrida de todo cuanto me rodea. Ya está bien, he de poner un punto final en mi propia historia interminable, porque es que esto ya es un cachondeo.
¿No tiene ni la mas mínima lógica? Pues no, para qué mentir. Parece que se me ha ido la olla por completo, pero no es así. Soy muy sutil, pero específica. En esta marea de sinsentidos, de refranes, de ilógicos y desconciertos que es mi cabeza, hay más de lo que se ve, de lo que se siente. Bueno, de lo que sentís vosotros, claro. Yo lo veo y lo siento todo a la perfección, para algo soy yo, ¿no? Bueno, y qué decir cuando sobran las palabras, pues como bien se dice, a buen entendedor pocas palabras bastan, y creo que aquí no hay precisamente pocas.
Disculpad el momento de locura, o de lucidez, ya no lo tengo claro.
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