Y en medio de la noche cerrada, la luna iluminaba de forma tenue y frágil, pero era suficiente como para ser capaz de aguantarle la mirada. Sus ojos reflejaban la tristeza y el arrepentimiento pero, después de todo lo que había pasado, ella no podía rendirse ante la belleza de esos brillantes ojos verdes. Comenzó a molestarle el gesto, pues llevaba varios minutos sosteniendo ese ceño fruncido y soportando las ganas de estallar en llanto. Parpadeaba cautelosa, procurando mantener sujetas las lágrimas que, a cada segundo, se agolpaban más en sus ojos. Y él lo vio. Vio como poco a poco la desaprobación y la rabia de su rostro se tornaban en tristeza y agonía, vio como sus ojos, aquellos que él venía amando de hacía largo tiempo, se humedecían silenciosos... Y todo había sido culpa suya.
Se le partió el alma, el temblor en el que su cuerpo se había sumido aumentaba por momentos y reprimió el impulso, no podía abrazarla porque, probablemente, acabaría recibiendo golpes e insultos. Y es que en verdad no merecía menos. Entonces ella, que a pesar de la rabia sabía que el dolor que sentía era mutuo, respiró profundo, soltó el aire lentamente, el cual arrastró la impotencia y la fuerza que la había ayudado hasta ese momento, y entre lágrimas susurró "Me dueles porque te amo más de lo que nunca amaré a nadie."
Despacio, se acercó a ella consiguiendo así que bajara la cabeza. Observó cómo las lágrimas se deslizaban lentamente, dejando un húmedo rastro en su mejilla sonrosada. Alzó la mano y, al comprobar que ella no se apartaba, secó aquellas lágrimas de las que solo él era responsable, lágrimas que se le clavaban como cuchillos en el pecho impidiéndole respirar. "Lo siento tanto... pensar que estas así por mi me mata. Soy capaz de estropearlo todo con solo abrir la boca, pero recuerda que diga lo que diga y pase lo que pase jamás dejarás de ser la mejor parte de mi vida..."
Levantó la mirada, comprobando que tampoco él había conseguido reprimir las lágrimas e imitó sus movimientos, secando con suavidad sus perfectas facciones humedecidas por el ligero llanto. Hundió las manos en su pelo y, mientras él mantenía prisionera su cintura, volvió a susurrar con un notable temblor en la voz "no te alejes de mi", a lo que él contesto sin apenas aliento "nunca" y fundidos en un beso largo y cargado de miles de sentimientos pasaron a formar parte de un único ser en perfecta armonía con el resto del universo.
Aquí sólo puedo ser yo. La lógica de mi mundo brilla por su ausencia, pero eso no significa que no pueda ser un mundo maravilloso. Para mi es increíble, ¿lo compartimos?
jueves, 22 de octubre de 2015
Jodida realidad.
Hoy ha sido uno de esos días en los que, tras llevar un tiempo feliz, disfrutando de las cosas buenas, la realidad decide darte una hostia, una bien fuerte, para que te quede claro que las cosas malas abundan en este planeta y que lo bueno, si breve, dos veces bueno... Pero en ocasiones es demasiado breve. Estoy acostumbrada a lo malo, a aprovechar cada rayo de luz en la tormenta como si fuera el mayor de los tesoros, pero el problema es que el cielo vuelve a oscurecerse y entonces te das cuenta de que la tormenta no ha desaparecido, solo ha cesado dándote esperanzas y dejándote ese sabor amargo que se te queda cuando rozas la victoria con la punta de los dedos.
Ahora solo quiero dormir, meterme en mi mundo y que dure eternamente. Necesito apagarme, desconectar, hacer desaparecer esta sensación de vacío e incomodidad.
Yo no soy así. Me gusta mirar al mundo con una sonrisa, llevo bien las malas noticias, y siempre estoy dispuesta a intentar aliviar el mal en los demás, pero ahora que la mayor parte de mi está tan lejos me siento totalmente desorientada. No se cómo reaccionar, no sé que tengo que hacer para estar bien. Estoy perdida, esa es la palabra exacta. Sé que soy capaz de encontrar mi rumbo yo solita pero joder, ¿por qué tengo que estar tan sola tan deprisa? Ha sido todo muy rápido y no me ha dado tiempo de atenerme a las consecuencias, no he podido prevenir y ahora, por idiota, me toca curar, y la herida es bastante profunda.
Necesito tener un apoyo cerca, porque ahora estoy cargando sola con un peso que antes me ayudaban a soportar, pero a este paso voy a tener que sacar fuerzas de flaqueza porque, si existe una mínima posibilidad de que ese apoyo llegue a existir, yo soy más que incapaz de encontrarla, y eso resulta frustrante y desolador.
No sé cual es la conclusión de todo esto exactamente, solo sé que es lo que hay y que no va a cambiar por muchas vueltas que le dé y por más lágrimas que derrame. Soy fuerte, pero, a veces un abrazo puede ayudar mucho más que cualquier palabra, y lo jodido es que yo no tengo a nadie para que me abrace fuerte, al menos no siempre que lo necesito.
Ahora solo quiero dormir, meterme en mi mundo y que dure eternamente. Necesito apagarme, desconectar, hacer desaparecer esta sensación de vacío e incomodidad.
Yo no soy así. Me gusta mirar al mundo con una sonrisa, llevo bien las malas noticias, y siempre estoy dispuesta a intentar aliviar el mal en los demás, pero ahora que la mayor parte de mi está tan lejos me siento totalmente desorientada. No se cómo reaccionar, no sé que tengo que hacer para estar bien. Estoy perdida, esa es la palabra exacta. Sé que soy capaz de encontrar mi rumbo yo solita pero joder, ¿por qué tengo que estar tan sola tan deprisa? Ha sido todo muy rápido y no me ha dado tiempo de atenerme a las consecuencias, no he podido prevenir y ahora, por idiota, me toca curar, y la herida es bastante profunda.
Necesito tener un apoyo cerca, porque ahora estoy cargando sola con un peso que antes me ayudaban a soportar, pero a este paso voy a tener que sacar fuerzas de flaqueza porque, si existe una mínima posibilidad de que ese apoyo llegue a existir, yo soy más que incapaz de encontrarla, y eso resulta frustrante y desolador.
No sé cual es la conclusión de todo esto exactamente, solo sé que es lo que hay y que no va a cambiar por muchas vueltas que le dé y por más lágrimas que derrame. Soy fuerte, pero, a veces un abrazo puede ayudar mucho más que cualquier palabra, y lo jodido es que yo no tengo a nadie para que me abrace fuerte, al menos no siempre que lo necesito.
miércoles, 21 de octubre de 2015
Os necesito.
Últimamente mi vida esta cambiando demasiado. He pasado de vivir en un chalet de dos pisos con patio y piscina en un pueblecito turístico perdido de la mano de Dios, a vivir en un bajo con un pequeño jardín en una de las muchas urbanizaciones que hay en este pueblo, con la belleza de sus calles de cuento y la novedad de los enormes bloques de pisos. Ahora ya no tomo cafés en la preciosa plaza de mi pueblo, viendo la iglesia, el teatro y la torre del reloj, ni salgo por las tardes a sentarme en el puente del castillo o en la calle del Jardín de la Condesa. Ahora ya no llamo a los timbres sabiendo que al otro lado de la puerta mis amigas terminan de prepararse para salir, ni puedo saludar a alguien conocido a cada diez pasos. Ahora si quiero un café tengo que investigar los bares perdidos de este pueblo hasta encontrar uno que me guste para tomar algo tranquila. Ahora "salir a dar una vuelta" es sinónimo de "vete sola y descubre rincones nuevos". Ya no llamo a los timbres porque no sé quien hay detrás de la puerta, ni saludo por la calle con demasiado entusiasmo pues no conozco a nadie lo suficiente como para hacer algo así.
Antes tenía una rutina muy distinta, salía por la mañana, iba al instituto y volvía a casa. Por la tarde íbamos a tomar un café, a la biblioteca, hablábamos de todo y de nada... Ahora no puedo hablar en plural. Ahora me levanto, estudio, me encargo de cuidar bien de mi sobrina (ya que me pagan por ello) y lo poco que salgo es para ir a una academia a estudiar más aún.
No es que no me guste, me encanta este sitio, la casa es muy bonita y en verdad me gusta pasear sola y descubrir rincones nuevos, pero ¿de qué me sirve descubrirlos si no tengo con quien compartirlos?
Las verdades hay que reconocerlas, no tengo amigos aquí, y me está costando encontrarlos. Echo de menos a mis amigas, a esas que vivían pegadas a mi, con las que compartía casi cada momento del día, a esas con las que hablaba todo el rato sabiendo que a la mañana siguiente podría abrazarlas todo lo fuerte que quisiera. No nos damos cuenta de la importancia de las personas que nos rodean hasta que, de algún modo, dejan de rodearnos. Y ahora, lejos de ese entorno en el que estaba todo lo que amaba y todo lo que odiaba, me he dado cuenta de que, aunque aquí aún no odie nada, preferiría odiarlo todo y tenerlas a ellas.
Extraño muchas cosas: a mi madre, a mi hermano, a mi perro, mi habitación, mi casa, mi calle, mi pueblo, mis amigos y mis no tan amigos. Extraño el Ruedo, la Plaza Mayor, el Parador, la Cultur y a Manolo. Echo de menos el instituto, a Gregorio, a los críos chillones, a mis niños y mis niñas, a los buenos profesores, a mis compañeros... Pero, a pesar de todas las cosas que he dejado atrás, lo que más echo de menos son sus caras de sueño a las ocho y veinticinco de la mañana, los abrazos sorpresa cuando notaban que estabas mal, y los abrazos cuando las hacía reír. Echo de menos a las únicas personas con las que podía desahogarme en cada momento, con sus tonterías, sus manías y sus cabreos, pero también con sus sonrisas, su apoyo y todo lo bonito que dan. Y las extraño tanto porque, a pesar de la distancia, siguen siendo ellas quienes me animan a seguir y quienes me dan vida. Si, vida.
Siempre he sabido lo afortunada que soy al tenerlas. Me siento grande, no, me siento enorme, porque ellas hacen que me sienta así. Sé que es todo demasiado pasteloso y tal, pero ahora las tengo lejos, ahora que no me dan la mano a cada paso, caminar es mucho más difícil. Cada obstáculo es mucho más alto.
Tenía la necesidad de decir todo esto, de valorar todo lo que han hecho y todo lo que siguen haciendo por mi. Necesito agradecerles tanto que diga lo que diga no será suficiente...
Me hacéis mucha falta.
Antes tenía una rutina muy distinta, salía por la mañana, iba al instituto y volvía a casa. Por la tarde íbamos a tomar un café, a la biblioteca, hablábamos de todo y de nada... Ahora no puedo hablar en plural. Ahora me levanto, estudio, me encargo de cuidar bien de mi sobrina (ya que me pagan por ello) y lo poco que salgo es para ir a una academia a estudiar más aún.
No es que no me guste, me encanta este sitio, la casa es muy bonita y en verdad me gusta pasear sola y descubrir rincones nuevos, pero ¿de qué me sirve descubrirlos si no tengo con quien compartirlos?
Las verdades hay que reconocerlas, no tengo amigos aquí, y me está costando encontrarlos. Echo de menos a mis amigas, a esas que vivían pegadas a mi, con las que compartía casi cada momento del día, a esas con las que hablaba todo el rato sabiendo que a la mañana siguiente podría abrazarlas todo lo fuerte que quisiera. No nos damos cuenta de la importancia de las personas que nos rodean hasta que, de algún modo, dejan de rodearnos. Y ahora, lejos de ese entorno en el que estaba todo lo que amaba y todo lo que odiaba, me he dado cuenta de que, aunque aquí aún no odie nada, preferiría odiarlo todo y tenerlas a ellas.
Extraño muchas cosas: a mi madre, a mi hermano, a mi perro, mi habitación, mi casa, mi calle, mi pueblo, mis amigos y mis no tan amigos. Extraño el Ruedo, la Plaza Mayor, el Parador, la Cultur y a Manolo. Echo de menos el instituto, a Gregorio, a los críos chillones, a mis niños y mis niñas, a los buenos profesores, a mis compañeros... Pero, a pesar de todas las cosas que he dejado atrás, lo que más echo de menos son sus caras de sueño a las ocho y veinticinco de la mañana, los abrazos sorpresa cuando notaban que estabas mal, y los abrazos cuando las hacía reír. Echo de menos a las únicas personas con las que podía desahogarme en cada momento, con sus tonterías, sus manías y sus cabreos, pero también con sus sonrisas, su apoyo y todo lo bonito que dan. Y las extraño tanto porque, a pesar de la distancia, siguen siendo ellas quienes me animan a seguir y quienes me dan vida. Si, vida.
Siempre he sabido lo afortunada que soy al tenerlas. Me siento grande, no, me siento enorme, porque ellas hacen que me sienta así. Sé que es todo demasiado pasteloso y tal, pero ahora las tengo lejos, ahora que no me dan la mano a cada paso, caminar es mucho más difícil. Cada obstáculo es mucho más alto.
Tenía la necesidad de decir todo esto, de valorar todo lo que han hecho y todo lo que siguen haciendo por mi. Necesito agradecerles tanto que diga lo que diga no será suficiente...
Me hacéis mucha falta.
Creo que nunca me he parado a pensar en como soy realmente. Nunca he pensado en las cosas que me gustan, en las que no, en lo que quiero y en lo que jamás querré. Creo que ese es un buen principio para amueblar mi cabeza sin correr el peligro de que todo se derrumbe, y es que siempre he tenido más presente lo que son o lo que quieren los demás. Tengo la mala costumbre de involucrarme, de intentar atender a todo y a todos, y solo he conseguido dejarme a mi en un segundo plano. Intento abarcar tanto que se me escapa de las manos, quedándome al final con muy poco de todo, pero sin tener nada a lo que aferrarme fuerte para no perder el norte... Y aquí estoy, sin norte, sin futuro, sin destino. Mi vida va dando tumbos, y cuando creo haber encontrado un terreno firme sobre el que pisar, éste desaparece dejándome de nuevo perdida.
Me he dado cuenta de que, antes de buscar mi futuro, tengo que saber como soy a día de hoy, y es lo que estoy intentado.
Soy simpática, pero solo con quien quiero, eso si lo sé. También sé que puedo llegar a querer de forma casi obsesiva, y a preocuparme tanto como para ser en sí un comportamiento preocupante. Pero doy todo lo que tengo por los que quiero. Puedo partirme la cara con gigantes por lo que defiendo, por mis ideas, por la gente que quiero, pero a penas puedo espantar una mosca cuando se trata de volarme a mi misma. No tengo confianza en todo aquello de lo que sé que soy capaz, la verdad es que es un poco raro. Soy consciente de que puedo conseguir muchas cosas, pero a veces no confío en poder hacerlo... y me rindo. Si tuviera que escribir un manual de instrucciones sobre mí probablemente sería muy extenso y contradictorio.
Odio las bebidas con gas, pero prefiero la fanta de naranja a cualquier otra. Amo el café de cualquier forma en la que se pueda beber. Sin embargo, si es café solo caliente, no soy capaz de darle un mínimo sorbo. Prefiero el Nesquik al Cola Cao. Odio la carne roja, pero adoro las hamburguesas. Me encanta el pescado. Adoro los dulces pero odio la crema y el cabello de ángel. Prefiero el Mc Donalds pero casi siempre voy al Burger King. Jamás llevo pendientes. Puedo ponerme una falda con una camisa y sentirme igual de bien que con deportivas y sudadera. Adoro el frío, mi época del año favorita es el otoño, sin duda. Me encanta la Navidad, y soy de las que prefieren regalar a que le regalen. Me siento mejor viendo las reacciones de las personas al abrir regalos que abriéndolos yo misma. Odio que me regalen ropa y odio que me toquen el pelo. Amo leer. escribir, escuchar música, cantar, bailar, actuar... Me gusta mucho la hostelería, todo lo relacionado con el clima y el medio ambiente, pero yo me veo trabajando en una editorial. Lo mejor de todo es que estoy en ciencias y me gustan más cosas de letras. Acostumbro a tomar malas decisiones pero intento quedarme con lo bueno. No me arrepiento de lo que hago, si no de lo que no hago, y si cometo un error acato las consecuencias. Odio compadecerme de mi misma pero lo hago demasiado a menudo, suelo olvidar que hay gente que está peor que yo y me siento realmente mal por eso. Sé afrontar momentos difíciles y cómo actuar en ellos pero cuando pasa lo malo me torturo pensando en qué podía haber pasado si no hubiera actuado con tanta rapidez, lo sé, es estúpido. Vivo en una friend zone constante. Siento que soy demasiado joven para mantener una relación seria pero a mi eso de "me lío contigo pero no somos nada" no me va ni un pelo. Odio a los machistas, a los homófobos, a los racistas, a los maltratadores, a los violadores, a los asesinos, a las personas que pretenden hacerte pensar como ellos piensan, a los radicales, a los extremistas... No creo en Dios, ni en la Iglesia, ni en la religión, ni en nada de eso, pero respeto a todos aquellos que si creen, respeto el cristianismo, el islam, el budismo y toda clase de creencias pero odio a la gente que usa su fe como escusa para hacer el mal. No me gustan las broncas, me gusta caer bien, pero que no me toquen las narices. Soy rencorosa y vengativa hasta hartarme y repetir pero solo en ocasiones muy puntuales. Intento mantener el control de todo y soy responsable. Me ubico fatal. Jamás he perdido el móvil, ni las llaves, pero si he perdido más de un monedero, y con bastante dinero dentro. Soy despistada con las cosas que no me interesan desde un principio y soy incapaz de aprenderme fechas de cumpleaños, me cuesta muchísimo. Puedo recordar caras después de meses sin verlas, y nombres y apellidos aunque esté años sin oírlos. Si tienes que repetirme cualquier cosa más de tres veces deja de intentarlo, jamás lo recordaré. Puedo estar horas, e incluso días sin tocar el móvil, pero a quien me quite el ordenador le corto las manos. No puedo obligarme a escribir, si escribo es porque me sale y cuando me sale. Acostumbro a dar consejos a otros y no saber aplicarme el cuento. Puedo ser mas falsa que un billete de treinta euros si quiero, pero no me gusta nada ese comportamiento, de echo odio a la gente falsa. No hay nadie que me caiga peor que una persona que cree que el universo gira a su alrededor y odio a aquellos que solo saben quererse a sí mismos. No me gusta que me vacilen, ni un poco. Sé reírme de mi misma pero no hay porqué pasarse. No me gusta que se exageren las cosas que hago o digo. Me frustra muchísimo que no me escuchen o que me corten cuando estoy hablando, si no quieres escuchar te vas, pero no interrumpas. Odio que me levanten la voz y que se metan en mi vida o comenten acerca de ella sin tener ni idea. No me gustan los cuchicheos ni los secretitos, son de críos. Intento caer bien, pero si desde el principio no me gustas no me interesa ni tu nombre. Odio las preferencias dentro de un grupo de iguales. Soy de esas personas que le echan el ojo al trozo mas grande y apetecible de toda la pizza pero todo aquel idiota que empiece con gilipolleces del tipo "este trozo es mio" o "ese lo quería yo" me cae mal. Me encanta estar sola, disfruto muchísimo de la soledad, pero no podría vivir sin gente a mi alrededor.
Hay muchas cosas de mi que no me gustan, físicamente atraigo lo mismo que un pedrusco pero me gusta mi personalidad. Soy la frase "por lo menos es maja" personificada, pero en realidad me da igual. Creo que podría continuar durante horas. Cada persona es un mundo, con sus características, sus gustos, sus ideas... Al fin y al cabo todos podemos describirnos pero no acabaríamos nunca, y a pesar de haber explicado una gran parte de mi, haberme aclarado bastante sobre lo que soy y lo que no, sigo estando perdida. Solo espero que algún día, todas esas cosas que aún no tengo claras, dejen de ser preguntas sin respuesta. Hasta entonces espero tener suerte en mi camino y ser capaz de levantarme en cada caída.
Hay muchas cosas de mi que no me gustan, físicamente atraigo lo mismo que un pedrusco pero me gusta mi personalidad. Soy la frase "por lo menos es maja" personificada, pero en realidad me da igual. Creo que podría continuar durante horas. Cada persona es un mundo, con sus características, sus gustos, sus ideas... Al fin y al cabo todos podemos describirnos pero no acabaríamos nunca, y a pesar de haber explicado una gran parte de mi, haberme aclarado bastante sobre lo que soy y lo que no, sigo estando perdida. Solo espero que algún día, todas esas cosas que aún no tengo claras, dejen de ser preguntas sin respuesta. Hasta entonces espero tener suerte en mi camino y ser capaz de levantarme en cada caída.
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