Qué poca ilusión me hace esto. No me gustan las celebraciones, ni los regalos, ni las felicitaciones, tanto de familiares como de toda esa gente que ha cruzado apenas dos palabras contigo pero se molesta en felicitarte y en recomendarte que lo pases chachi guay. Pues no me da la gana, fíjate. ¿Por qué tiene que ser un día genial?, yo no noto la diferencia de ayer a hoy, sinceramente.
No, definitivamente esto no me gusta, yo con una foto y una dedicatoria de mis amigas soy la más feliz del mundo, no necesito que una vez al año todo el mundo se moleste en hacerme saber de su existencia con una felicitación. Bueno, y lo mejor llega cuando hablas con un grupo de gente y a algún ser maravilloso se le ocurre cuchichear en tu cara y decirle a todo el mundo "es su cumple" o "acuérdate de felicitarla", y claro, todas esas personas que antes han hablado contigo y no te han dicho nada vuelven con cara de preocupación "ala tía, perdona que se me ha ido la cabeza, felicidades". Esta parte es graciosa, en verdad, porque yo también lo hago, y es que a nadie se le olvida tu cumpleaños, directamente nadie lo sabe, y el intento de disimulo siempre es cutre y absurdo.
Lo que me gusta de mi cumple son los detalles, la sonrisa de mi madre, las cuatro palabras ñoñas de mis amigas, esas gilipolleces son las que a mi me hacen feliz. Quedar con las de siempre para tomarnos una cerveza y hablar de la vida en cualquier bar, que canten a voces feliz cumpleaños solo para que todos esos desconocidos les sigan y te hagan sentir especial durante un momento porque, al fin y al cabo, no te conoce nadie... Eso si me gusta.
¿Sabéis cuál es el problema? Que yo soy de esas personas que hacen laaaargas felicitaciones a la gente a la que quieren, sólo porque sé que les voy a sacar una sonrisa, porque me curro mucho los regalos de la gente que me importa, y no me refiero a gastarme una millonada, sino que intento que una tontería de regalo se convierta en algo grande y simbólico.
No quiero quejarme de estas cosas porque, en realidad, son cosas buenas y es algo que, nos apetezca o no, las personas lo hacen para ser educados y simpáticos contigo, y yo lo agradezco, de verdad, pero eso no significa que me haga especial ilusión. Así que gracias por el intento y por las felicitaciones, pero no soy más importante que ayer, ni que mañana. Y por favor, si no te has acordado de que existo hasta hoy, y encima ha sido porque alguien te lo ha dicho, olvídalo, ni a ti ni a mi nos va a servir de nada que me felicites y me dediques la mejor de tus sonrisas.
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