Paso a paso, cada vida va construyendo su camino, cada alma va sintiendo y almacenando información. El recorrido que el "Destino" va pintando para cada uno de nosotros es impredecible. Se trata de un sendero de tinta sobre un enorme lienzo en el que, ese tal "Destino", se despacha con cada uno de nosotros a su gusto, planteando cómo será cada momento en ese trayecto al que denominamos vida y durante el cual nuestra alma crece, se alimenta, aprende y se equivoca por el simple motivo de enriquecernos como personas.
Hoy puedo decir que siento mi alma plena, aún llevando de la mano todo aquello pasado que duela o haya dolido en algún momento. Siento que es así como tiene que ser, que no por malo debemos desecharlo ni por bueno protegerlo, porque en ocasiones es aquello que nos duele lo que nos hace crecer... Porque en ocasiones lo bueno es simplemente vano, raso e irrelevante.
Resulta curioso ver que, en ciertos momentos, las letras quedan en meras letras, las palabras en meras palabras y el sentimiento se disipa tras lo escrito porque no sale del corazón. Mantengo mi insistencia en poner en cada palabra que escribo aquello que me llena, en intentar expresar lo que siento y calar profundo en quienes se molestan en leer toda esta maraña de sin sentidos. Esto me hace más completa, me culmina, consigue hacerme sentir repleta de todo, y resulta desconcertante en cierto modo. Al fin y al cabo me limito a liberar mis pensamientos, ¿cómo puede eso completarme? Más bien debería "vaciarme", ¿no?
Nunca quise buscarle explicación, nunca quise darle vueltas.
Me siento bien. Mi alma sonríe descarada y mi vida continúa su curso.
Alma y vida.
De eso me sobra.
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