Hoy las
clases han sido aburridas, no he tenido muy buen día y me he puesto a hacer
garabatos en la mesa intentando que la inspiración llegara a mí y me permitiera
dibujar algo que tuviera más sentido que los churros que estaba haciendo. Entonces
aparece una imagen, no se si es de alguna película o de algún libro porque en ella
hay dos personajes pero en mi cabeza, cuando me los imagino, no tienen rasgos
faciales, así que he empezado a imaginarme cada detalle de esa imagen encima de
mi mesa.
En ella las
casas, la carretera, los personajes y todos los elementos de este recuerdo
parecían borrones de tinta, tinta de bolígrafo bic azul y he comenzado a dar
forma a esos borrones:
Primero unas líneas básicas que formaban la carretera, la calzada, un cruce
y un paso de peatones. Después he ido añadiendo edificios de diferentes alturas
con ventanas de diversos tamaños, unas con cortinas, otras con macetas, pero
todas cerradas. Cuando he terminado las ventanas he intentado recordar la
imagen una vez más porque faltaba algo muy importante en esta escena, la
farola.
En mi cabeza la imagen es de una calle con poca luz y poca gente. Los
edificios altos y las ventanas cerradas con cortinas que, aunque tienen adornos
diferentes, son primas hermanas, todas se parecen en algo. Y lo más importante:
una farola, alta y gris, como la de Narnia, y al lado un chico que tiene su
espalda y el pie derecho apoyados en ella. Está empapado y cabizbajo, aunque la
lluvia no parece importarle.
Intento recordar mejor y la veo, una chica
caminando sola por esa calle oscura cubriéndose con un enorme paraguas verde.
Así que me pongo a ello, dibujo la farola intentando incluir el máximo número
de detalles que el boli y la mesa consideran oportuno permitirme y a
continuación dibujo al chico apoyado en ella y a la chica solitaria tan
solo a unos metros de él, pero no se ven. Sólo tiene que doblar la esquina y
encontrarla, pero él no se va a mover de ahí porque es una imagen en mi cabeza
y una mancha de tinta en una mesa... Me parecía una escena muy triste y odiaba el recuerdo porque justo cuando la
chica dobla la esquina y lo ve de frente, todo en mi cabeza se hace borroso y
desaparece. Termino de dibujar y levanto la vista de la mesa, ha tocado el
timbre y mi compañero se está levantando para volver a su clase y dejarme sola,
como siempre.
-Adiós
Alvarito corazón.
-Adiós
Palomita.
Y se va. Cuando
me quedo sola estoy haciéndome preguntas sobre mi dibujo que, hasta entonces no
tenían respuesta y se me ocurre una cosa, ¿por qué no escribo su historia? Bien,
he intentado dar vida a una escena imaginaria sacada de mi mente, esto es lo
que ha salido:
Caminar bajo
la lluvia. Ese olor a hierba mojada, a campo, me hace sentir bien. A pesar del
frío y de que estoy completamente empapado me quedo parado, dejando que el agua
helada cale hasta la última parte de mi cuerpo. Estoy demasiado cansado para
seguir andando así que apoyo mi cuerpo sobre una farola que, aunque está
encendida, su luz es tenue, por lo que el barrio continúa oscuro. Intento sacar
esa imagen de mi cabeza, esa imagen que ha conseguido que me fuera de casa sin
pensármelo dos veces, esa imagen que ha conseguido volverme loco hace menos de
dos horas… Ahora no se que voy a hacer, mis amigos están en la fiesta y no van
a contestar al móvil y el resto de mi familia vive demasiado lejos de aquí. Me
enfado, me enfado con mis amigos por estar en aquella maldita fiesta y con mi familia
por vivir tan lejos de mí, y con mi padre, sobre todo con mi padre. Estoy tan
cabreado que sin darme cuenta empiezo a golpear la farola con todas mis fuerzas
y me hago daño, por lo que me enfado también con la farola, mis manos sangran
por su culpa. Me dejo caer al suelo y me pongo a llorar, intento controlarlo
pero mis lágrimas no quieren dejar de salir y de pronto escucho pasos, pasos
ligeros que suben por la calle del cruce. Se acercan a mí, en menos de veinte
segundos sea quien sea la persona que está subiendo por la calle me verá
empapado, con los ojos llenos de lágrimas y ríos de sangre emanando de mis
manos y seguramente no intentará ayudarme, se asustará. Si yo me encontrara a
un desconocido en mi estado actual me alejaría de él…
De la
esquina aparece un paraguas verde que yo ya he visto antes pero la lluvia no me
deja ver quién lo lleva y cuando se acerca susurra mi nombre.
-Alex…
Perdóname, tenía que haber salido a buscarte hace ya un rato. Vamos a mi casa a
curarte eso y a ponerte algo de ropa seca.
Es ella.
Sara me ha estado buscando bajo la lluvia cuando podría haberse quedado en la
fiesta con los demás. Siempre está ahí cuando más lo necesito pero no me había
dado cuenta hasta ahora. Sin ella estaría perdido, ha impedido que cometa
cientos de errores y nunca me ha pedido nada a cambio. La quiero, la quiero más
que a nada en el mundo pero no es el momento más oportuno para hablar de esto
así que me pongo de pie torpemente y me meto bajo el paraguas pero no me acerco
demasiado a ella porque la empaparía. Me sorprende su reacción ya que es ella
la que se quita el guante de la mano izquierda y agarra la mía, para no
perderme, no la importa la sangre ni mi aspecto, es mi amiga aunque esté horrible.
La quiero demasiado.
-No deberías
cogerme de la mano Sara, te vas a llenar de sangre.
-No pienso
soltarte, es la única manera que tengo de asegurarme de que vienes conmigo así
que no intentes convencerme, no te
soltaría aunque hubieras perdido la mano entera.
No contesto.
Si tuviera que definir a Sara con una sola palabra sería cabezota, si quiere
algo lo consigue le cueste lo que le cueste así que no opongo resistencia,
además no tengo ningún otro sitio al que ir y, si además estoy con ella, mucho
mejor.
Llegamos a
su casa y me pidió que la esperara en el baño. Mientras dejo caer el chorro de
agua sobre mis manos la escucho alejarse en dirección a la cocina, abre un par
de armarios y viene cargada de vendas. Saco las manos del grifo, compruebo que los
cortes no son tan profundos como pensaba y me cura con paciencia todas las
heridas. Ya casi no sangraban, me vendó la mano derecha y en la izquierda me puso
un par de tiritas. Al acabar me pidió que me quitara toda la ropa y que usara una
toalla verde del cajón para secarme, ella adora el verde. Así lo hice y cuando me estaba desvistiendo
entró al baño sin ningún miramiento y me dejó un pijama de su hermano, unos
calcetines y unas zapatillas de estar por casa. Todo me venía un poco pequeño
pero no me importó.
Olía a pizza
recién hecha y a zumo de naranja y cuando llegué al salón estaba sentada en el
sofá con el pijama puesto.
-No tenías
que haberte molestado tanto Sara.
-Deja de
decir tonterías Alex. Es tu favorita, ¿quieres?
-Gracias, de
verdad. No se que haría sin ti.
-Yo tampoco
tengo ni idea. Pero ahora en serio, ¿quieres contarme lo que ha pasado? Sé que
a veces nos pasan cosas que no queremos contarle a nadie, pero entiende que me
interese, me he encontrado a mi mejor amigo tirado en el suelo sangrando y yo
no quiero ser cotilla pero…
-Para Sara
que empiezas a hablar y no escuchas. Claro que te lo voy a contar, pero
necesito buscar las palabras… no sé explicarlo bien si no lo pienso antes.
-Está bien, piénsalo.
-He pegado a
mi padre.
-¿Qué? ¿Por
qué?
-Porque le
he pillado con otra mujer en mi casa… -No tenía nada que pensarme, no existen
otras palabras para decir algo así. –Por eso me he ido de casa, me da asco.
-No sé que
decir… Lo siento muchísimo Alex de verdad.
Me abrazó y
yo acerqué su cuerpo al mío todo lo posible. Sentía su olor tan cerca y su piel
tan suave que no quería que se acabara ese abrazo. Acercó poco a poco su boca a
mi oído.
-Te prometo
que pase lo que pase, yo no pienso fallarte, nunca.
No pude
evitarlo, la besé. La besé tanto rato como mis labios fueron capaces de
soportar.
-Te quiero,
Sara. Nunca podré agradecerte todo lo que has hecho por mí.
-No tienes
que hacerlo Alex. Cuando las cosas se hacen por amor no se necesita
agradecimiento.
Aunque ahora mismo no siento nada más allá de la amistad acerca de mis amigos, son tan importantes para mí como para eso. Haría lo que fuese por hacerles sentir bien, porque son mis amigos, como mis hermanos mayores, y sé que ellos me cuidarían a mí.
ResponderEliminarEs tan bonito pensar en algo así, en el que tu mejor amigo es a la vez la persona a la que más quieres... Pero, si lo piensas bien, eso es una pareja. Y para eso hay que sentir mucho más que amistad... Como los personajes de esta preciosa historia :)