jueves, 30 de enero de 2014

Caminar bajo la lluvia.

Hoy las clases han sido aburridas, no he tenido muy buen día y me he puesto a hacer garabatos en la mesa intentando que la inspiración llegara a mí y me permitiera dibujar algo que tuviera más sentido que los churros que estaba haciendo. Entonces aparece una imagen, no se si es de alguna película o de algún libro porque en ella hay dos personajes pero en mi cabeza, cuando me los imagino, no tienen rasgos faciales, así que he empezado a imaginarme cada detalle de esa imagen encima de mi mesa.
En ella las casas, la carretera, los personajes y todos los elementos de este recuerdo parecían borrones de tinta, tinta de bolígrafo bic azul y he comenzado a dar forma a esos borrones: 
Primero unas líneas básicas que formaban la carretera, la calzada, un cruce y un paso de peatones. Después he ido añadiendo edificios de diferentes alturas con ventanas de diversos tamaños, unas con cortinas, otras con macetas, pero todas cerradas. Cuando he terminado las ventanas he intentado recordar la imagen una vez más porque faltaba algo muy importante en esta escena, la farola. 
En mi cabeza la imagen es de una calle con poca luz y poca gente. Los edificios altos y las ventanas cerradas con cortinas que, aunque tienen adornos diferentes, son primas hermanas, todas se parecen en algo. Y lo más importante: una farola, alta y gris, como la de Narnia, y al lado un chico que tiene su espalda y el pie derecho apoyados en ella. Está empapado y cabizbajo, aunque la lluvia no parece importarle.
 Intento recordar mejor y la veo, una chica caminando sola por esa calle oscura cubriéndose con un enorme paraguas verde. Así que me pongo a ello, dibujo la farola intentando incluir el máximo número de detalles que el boli y la mesa consideran oportuno permitirme y a continuación  dibujo al chico apoyado en ella y a la chica solitaria tan solo a unos metros de él, pero no se ven. Sólo tiene que doblar la esquina y encontrarla, pero él no se va a mover de ahí porque es una imagen en mi cabeza y una mancha de tinta en una mesa... Me parecía  una escena muy triste  y odiaba el recuerdo porque justo cuando la chica dobla la esquina y lo ve de frente, todo en mi cabeza se hace borroso y desaparece. Termino de dibujar y levanto la vista de la mesa, ha tocado el timbre y mi compañero se está levantando para volver a su clase y dejarme sola, como siempre.
-Adiós Alvarito corazón.
-Adiós Palomita.
Y se va. Cuando me quedo sola estoy haciéndome preguntas sobre mi dibujo que, hasta entonces no tenían respuesta y se me ocurre una cosa, ¿por qué no escribo su historia? Bien, he intentado dar vida a una escena imaginaria sacada de mi mente, esto es lo que ha salido:
Caminar bajo la lluvia. Ese olor a hierba mojada, a campo, me hace sentir bien. A pesar del frío y de que estoy completamente empapado me quedo parado, dejando que el agua helada cale hasta la última parte de mi cuerpo. Estoy demasiado cansado para seguir andando así que apoyo mi cuerpo sobre una farola que, aunque está encendida, su luz es tenue, por lo que el barrio continúa oscuro. Intento sacar esa imagen de mi cabeza, esa imagen que ha conseguido que me fuera de casa sin pensármelo dos veces, esa imagen que ha conseguido volverme loco hace menos de dos horas… Ahora no se que voy a hacer, mis amigos están en la fiesta y no van a contestar al móvil y el resto de mi familia vive demasiado lejos de aquí. Me enfado, me enfado con mis amigos por estar en aquella maldita fiesta y con mi familia por vivir tan lejos de mí, y con mi padre, sobre todo con mi padre. Estoy tan cabreado que sin darme cuenta empiezo a golpear la farola con todas mis fuerzas y me hago daño, por lo que me enfado también con la farola, mis manos sangran por su culpa. Me dejo caer al suelo y me pongo a llorar, intento controlarlo pero mis lágrimas no quieren dejar de salir y de pronto escucho pasos, pasos ligeros que suben por la calle del cruce. Se acercan a mí, en menos de veinte segundos sea quien sea la persona que está subiendo por la calle me verá empapado, con los ojos llenos de lágrimas y ríos de sangre emanando de mis manos y seguramente no intentará ayudarme, se asustará. Si yo me encontrara a un desconocido en mi estado actual me alejaría de él…
De la esquina aparece un paraguas verde que yo ya he visto antes pero la lluvia no me deja ver quién lo lleva y cuando se acerca susurra mi nombre.
-Alex… Perdóname, tenía que haber salido a buscarte hace ya un rato. Vamos a mi casa a curarte eso y a ponerte algo de ropa seca.
Es ella. Sara me ha estado buscando bajo la lluvia cuando podría haberse quedado en la fiesta con los demás. Siempre está ahí cuando más lo necesito pero no me había dado cuenta hasta ahora. Sin ella estaría perdido, ha impedido que cometa cientos de errores y nunca me ha pedido nada a cambio. La quiero, la quiero más que a nada en el mundo pero no es el momento más oportuno para hablar de esto así que me pongo de pie torpemente y me meto bajo el paraguas pero no me acerco demasiado a ella porque la empaparía. Me sorprende su reacción ya que es ella la que se quita el guante de la mano izquierda y agarra la mía, para no perderme, no la importa la sangre ni mi aspecto, es mi amiga aunque esté horrible. La quiero demasiado.
-No deberías cogerme de la mano Sara, te vas a llenar de sangre.
-No pienso soltarte, es la única manera que tengo de asegurarme de que vienes conmigo así que no  intentes convencerme, no te soltaría aunque hubieras perdido la mano entera.
No contesto. Si tuviera que definir a Sara con una sola palabra sería cabezota, si quiere algo lo consigue le cueste lo que le cueste así que no opongo resistencia, además no tengo ningún otro sitio al que ir y, si además estoy con ella, mucho mejor.
Llegamos a su casa y me pidió que la esperara en el baño. Mientras dejo caer el chorro de agua sobre mis manos la escucho alejarse en dirección a la cocina, abre un par de armarios y viene cargada de vendas. Saco las manos del grifo, compruebo que los cortes no son tan profundos como pensaba y me cura con paciencia todas las heridas. Ya casi no sangraban, me vendó la mano derecha y en la izquierda me puso un par de tiritas. Al acabar me pidió que me quitara toda la ropa y que usara una toalla verde del cajón para secarme, ella adora el verde.  Así lo hice y cuando me estaba desvistiendo entró al baño sin ningún miramiento y me dejó un pijama de su hermano, unos calcetines y unas zapatillas de estar por casa. Todo me venía un poco pequeño pero no me importó.
Olía a pizza recién hecha y a zumo de naranja y cuando llegué al salón estaba sentada en el sofá con el pijama puesto.
-No tenías que haberte molestado tanto Sara.
-Deja de decir tonterías Alex. Es tu favorita, ¿quieres?
-Gracias, de verdad. No se que haría sin ti.
-Yo tampoco tengo ni idea. Pero ahora en serio, ¿quieres contarme lo que ha pasado? Sé que a veces nos pasan cosas que no queremos contarle a nadie, pero entiende que me interese, me he encontrado a mi mejor amigo tirado en el suelo sangrando y yo no quiero ser cotilla pero…
-Para Sara que empiezas a hablar y no escuchas. Claro que te lo voy a contar, pero necesito buscar las palabras… no sé explicarlo bien si no lo pienso antes.
-Está bien, piénsalo.
-He pegado a mi padre.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Porque le he pillado con otra mujer en mi casa… -No tenía nada que pensarme, no existen otras palabras para decir algo así. –Por eso me he ido de casa, me da asco.
-No sé que decir… Lo siento muchísimo Alex de verdad.
Me abrazó y yo acerqué su cuerpo al mío todo lo posible. Sentía su olor tan cerca y su piel tan suave que no quería que se acabara ese abrazo. Acercó poco a poco su boca a mi oído.
-Te prometo que pase lo que pase, yo no pienso fallarte, nunca.
No pude evitarlo, la besé. La besé tanto rato como mis labios fueron capaces de soportar.
-Te quiero, Sara. Nunca podré agradecerte todo lo que has hecho por mí.

-No tienes que hacerlo Alex. Cuando las cosas se hacen por amor no se necesita agradecimiento.

1 comentario:

  1. Aunque ahora mismo no siento nada más allá de la amistad acerca de mis amigos, son tan importantes para mí como para eso. Haría lo que fuese por hacerles sentir bien, porque son mis amigos, como mis hermanos mayores, y sé que ellos me cuidarían a mí.
    Es tan bonito pensar en algo así, en el que tu mejor amigo es a la vez la persona a la que más quieres... Pero, si lo piensas bien, eso es una pareja. Y para eso hay que sentir mucho más que amistad... Como los personajes de esta preciosa historia :)

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