Somos aire fresco.
Una mañana de lluvia entre montañas
con el verde del valle tiñéndonos la piel
y el olor a tierra mojada colándose por la ventana.
Somos el sueño de cualquier ave
sacudiendo las alas para sentir el viento
que nos llena los pulmones.
Somos el atardecer
que se esconde en las montañas
marcando el horizonte a contraluz.
Y ahora el sueño es mantener
ese brillo en los ojos
cada vez que imaginamos las vistas
del que en algún momento será
nuestro hogar.
Nos aguarda una vida de color
de verde prado, de rosa atardecer,
y de azul
como el cielo, como el mar.
Te esperaré siempre
al final del arcoíris
más bonito
del mundo.
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