domingo, 23 de febrero de 2014

¿Os rendiríais o no?

Una vez más, me rindo. Se me da demasiado bien escoger el camino fácil. Me odio. Sé que estaréis pensando algo así como: "¿de qué habla?" o "¿a qué viene todo esto?". Os lo voy a explicar, ¿preparados?
Rendirse. Si os plantearan una situación complicada y os preguntaran si os rendiríais o no, todos, absolutamente todos responderías que no, que seguiríais al pie del cañón... JÁ. Decirlo es demasiado sencillo y, porqué no, tentador, pero a la hora de la verdad, cuando tus fuerzas están en el máximo punto de flaqueza y no eres capaz de pensar con claridad, el camino fácil resulta tan atractivo que, de ser negado, parecería una falta de respeto. Así que optamos por él, y si cuando acabe la historia sigue quedando algún valiente que me asegure que él no se hubiera rendido, decirle que gracias por hacer desaparecer mi duda sobre si existen los x-men porque él debe ser uno de ellos.
Ayer decidí salir a pasear, mi casa me agobia. Es como si las paredes se juntaran poco a poco, dejándome sin aire. Caminé durante horas e iba tan metida en mi misma que no vi lo que estaba pasando a mi alrededor hasta que Javi me agarró del brazo y me metió en su coche.
 -Javi, ¿se puede saber qué estas haciendo?
 -Elena no hay tiempo, vienen a por mi.
 -¿Quién? ¿por qué?
 -He robado el banco de mi padre. Era sólo un susto, en serio, pero cuándo vio que era yo el que robaba no llamó a la policía, me disparó.
 -¿Tu propio padre?
 -Siempre ha sido un cabrón, Elena. Me persiguen cuatro o cinco matones de los suyos y no se dónde esconderme.
 -¿Dónde está el dinero, Javi?
 -Bajo el puente de la comarcal.
Era sencillo, les devolvía el dinero y todos tan contentos, o eso pensaba yo. Del cruce que teníamos a un par de metros por delante salió el enorme todo terreno de su padre y chocamos contra él. Cuando volví a abrir los ojos estaba en una celda, con una máquina de oxígeno enchufada, una venda en mis costillas y esposada a la camilla. No sabía dónde estaba pero iba a averiguarlo pronto. El padre de Javi apareció de la nada con una cuchilla en la mano. "Preciosa, tú y yo tenemos que hablar" recuerdo sus repugnantes palabras al pie de la letra y también recuerdo su zapato manchado de sangre que dejaba huellas en mi celda.
 -¿Dónde está Javier?
Estaba segura de que esa sangre era suya. "Tranquila preciosa, está descansando" "¿que te parece si comprobamos cómo aguantas tú la tortura? él lo hace muy, pero que muy bien". Su padre lo había torturado hasta dejarlo inconsciente, o muerto. La rabia me consumía por dentro y le escupí acertando en su ojo, y empezaron los golpes, uno tras otro sin parar. Me preguntaba, o más bien me gritaba, una y otra vez que dónde había dejado el dinero su hijo. No pienso decirle nada, por Javi, porque le quiero. Tras estar algo más de una hora sin conseguir que yo le dijera nada se cansó y trajo a su hijo moribundo arrastras hasta mi celda, me soltó las esposas y cuando lo estaba abrazando dos hombres me sujetaron y él comenzó a hacer pequeñas rajas en la piel de su hijo con la cuchilla."No es mi hijo, ¿sabes? La puta de su madre me traicionó con otro hombre y ahora pagará por ello" No podía dejar de gritar, Javi apenas se movía y cada vez salía más sangre de su cuerpo. Paró. Se acercó a mi, me agarró del cuello y me preguntó susurrando que dónde estaba el dinero. Me ahogo. No puedo respirar. Javi se está muriendo y yo tengo que hacer algo, pero no tengo fuerza. Así que una vez más me rindo. Se me da demasiado bien escoger el camino fácil. Me odio. Con el hilo de voz que consigue salir de mi garganta le digo dónde está el dinero. Me suelta el cuello, golpea a su hijo por última vez y se va. Conseguimos salir de allí y llamo a una ambulancia que tarda menos de 10 minutos en venir, nos meten dentro y cuando cierran las puertas y arrancan el motor, me duermo. Despierto en el hospital, dolorida pero viva. Hay una doctora abriendo la cortina. "Buenos días guapa, llevas durmiendo más de 72 horas seguidas, todo un récord." Le pregunto por mi amigo y me dice que está un par de habitaciones a la derecha de la mía y sin pensarlo me levanto y salgo corriendo a buscarlo.
 -Hola, enana. ¿Has dormido bien?
 -Lo siento Javi. Le dije a tu padre dónde estaba el dinero, iba a matarte...
 -Lo están buscando pero ha huido del país. Tranquila, yo también se lo habría dicho.
 -Mentira. Cuando te torturó a ti no le dijiste nada.
 -Si hubiera visto lo que te estaba haciendo se lo habría contado sin pensarlo, te han hecho esto por mi culpa, Elena.
 -No digas eso. Aunque hubiera sabido lo que iba a pasar me habría metido en ese coche contigo.
 -¿Por qué?
 -Porque te quiero, Javier. Es posible que me rindiera pero fue porque te quiero, ¿sabes?

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